«Arquitectura y Paisaje. La arquitectura tradicional en el medio rural de Canarias»

Hemos realizado un vídeo de algo más de 4 minutos sobre los tomos II y III de «Arquitectura y Paisaje. La arquitectura tradicional en el medio rural de Canarias», con la intención de ayudar a difundirlos y que así un mayor número de personas sepan de su existencia. Nuestro agradecimiento a Javier Gutiérrez, de Tagoror Networks, siempre dispuesto a echar una mano, por su ayuda en el trabajo de edición.
Los pueden ver en estos enlaces: https://vimeo.com/245419452?utm_source=email&utm_medium=vimeo-cliptranscode-201504&utm_campaign=28749
O: https://www.youtube.com/watch?v=eZn3b7EECq4&t=30s

VIMEO:

Arquitectura y Paisaje. La arquitectura tradicional en el medio rural de Canarias. from Rincones del Atlántico on Vimeo.

youtube:

Arquitectura y Paisaje. La arquitectura tradicional en el medio rural de Canarias. Trabajo monográfico en tres volúmenes, editado por Rincones del Atlántico (http://www.rinconesdelatlantico.com) y dedicado a la arquitectura tradicional de Canarias y a su importancia en el paisaje de las islas. Todo comenzó hace más de doce años; poco tiempo después de iniciarse la aventura de Rincones del Atlántico nos propusimos hacer un número especial dedicado a la arquitectura tradicional en el medio rural de las islas, con el propósito de difundir su conocimiento, valorización y protección, por lo que empezamos a recorrerlas todas para fotografiar rincones, caseríos, casas aisladas –muchas de ellas abandonadas, otras en ruinas y casi desaparecidas–, así como a buscar en la memoria colectiva, tratando de encontrar, en distintas colecciones y archivos, públicos y privados, fotografías y documentos que nos mostrasen esta arquitectura en sus mejores tiempos, cuando todavía cumplía su función, antes de que apareciesen nuevos y modernos materiales (bloque de hormigón, cemento, hierro, pintura plástica) y de que se produjese el gran exilio de la antigua cultura campesina hacia los suburbios de las capitales insulares, los sures turísticos, o mucho más lejos, hacia Europa o atravesando el ancho océano para “hacer las américas”, siempre con la esperanza de un futuro mejor. Al final, fue tanto el material que recopilamos que en vez de uno fueron tres volúmenes. Nos ha llevado una media superior a dos años hacer cada uno de ellos, y además han ido creciendo en páginas según se han ido publicando, resultando el último siempre más extenso que el anterior. Son libros editados con esmero y calidad, en tapa dura y profusamente ilustrados, con varios miles de fotografías –la mayor parte inédita– con sus respectivos pies de fotos en los que encontramos la información sobre los lugares y edificaciones fotografiados. Este último volumen, especialmente visual, es el mayor de los tres, con 544 páginas y cerca de 3.000 fotografías. Incluye interesantes mapas antiguos y actuales, fotografías aéreas y, al final de los capítulos, dedicados a cada una de las islas, numerosas fotografías de “Ayer y hoy”, comparativa de imágenes antiguas y actuales en las que podemos ver cómo ha sido la transformación de los caseríos y pueblos de todos los municipios de las islas al cabo de 50, 80 o incluso más de 120 años. El tomo II, publicado en el año 2014, abarca la información sobre las islas occidentales –El Hierro, La Gomera, La Palma y Tenerife–, así como un artículo dedicado a las haciendas de Tenerife y La Palma; y este, tercero y último de la serie, se ocupa de las Canarias orientales –Gran Canaria, Fuerteventura, Lanzarote y La Graciosa– más un artículo dedicado a las haciendas de las tres primeras. Los textos de este tomo –que han sido el hilo conductor y la estructura imprescindible para construirlo–, han sido escritos por el historiador Pedro Quintana Andrés, que se hizo cargo de varios de ellos por diversas causas con el entusiasmo y el gran rigor que le caracteriza, y por el arquitecto Ignacio Javier Gil Crespo, buen conocedor de la arquitectura de Lanzarote. Se cierra este tomo con una miscelánea que comprende dos artículos más cortos pero intensos, –cuyos autores son Faustino García Márquez y Fernando Sabaté Bel– que no sólo ayudan a cerrar, a modo de epílogo, estos tres tomos, sino que abren, al mismo tiempo, una nueva puerta que enlaza con el siguiente número de Rincones del Atlántico, que estará lleno de ideas y propuestas que consideramos importantes para caminar juntos hacia un futuro mejor. Se añade, además, un glosario de apoyo sobre arquitectura tradicional y usos en el medio rural. El propósito de Rincones del Atlántico ha sido, desde el primer número de la revista, transmitir, de una manera divulgativa, amena, didáctica, con rigor y calidad, el valor y la belleza del paisaje y el patrimonio natural y cultural de las islas Canarias y la enorme importancia que tiene su conservación. Entendemos Rincones como una herramienta estratégica que contribuya a darlo a conocer, valorar y proteger y que ofrezca –desde una perspectiva pedagógica, ecológica, humanista, ética y constructiva– ideas y alternativas para un desarrollo realmente sostenible, armónico, racional, ecoeficiente y perdurable, colaborando desde este rincón del Atlántico a la buena salud de nuestro planeta. Deseamos y aspiramos a poder caminar juntos hacia una sociedad más justa y en equilibrio con la naturaleza, que proporcione una vida digna y buena a quienes ahora vivimos aquí y a las generaciones futuras.

Buen año 2018!

Queridos/as amigos y amigas de Rincones del Atlántico. Muchas gracias por estar siempre ahí.
Que tengamos tod@s, el planeta y los seres que lo habitan, un buen año 2018!

Abrazos.
La salvación vendrá con la compasión.

«Sigue siendo posible lo improbable» Edgar Morin

«Pero ¿qué es la felicidad sino el simple acuerdo entre un ser y la existencia que lleva?» Albert Camus

Feliz Año Nuevo 2018

Felices Fiestas 2017. Postal.web

 

Publicado el número 10 de la REVISTA INGENIERÍA DEL MANTENIMIENTO EN CANARIAS

Ya está disponible la décima edición de la revista «INGENIERÍA DEL MANTENIMIENTO EN CANARIAS», editada por nuestro querido amigo Luis García, colaborador de Rincones del Atlántico. Enhorabuena por el nº 10 de esta importante publicación, comprometida con la divulgación del mantenimiento industrial y de su enorme importancia para la seguridad, la fiabilidad, la durabilidad y el ahorro de costes y de problemas medioambientales en la industria en general, la obra pública, el sector naval y la aviación. Muy interesantes sus artículos de divulgación del patrimonio industrial. Entre ellos: » La industria agroalimentaria en Canarias. Patrimonio cultural versus desarrollo económico sostenible», páginas: 26-38 y «Antiguas almazaras y la fabricación del aceite de oliva en Gran Canaria», páginas: 89-96.

Se puede consultar la versión digital, en la página web (www.tbn.es) y descargarla en pdf.

Enlace directo con la revista y en el que pueden descargar los números anteriores: http://www.tbn.es/experia-cgi/v2.2/viewhtml.pl…

TBN 10 web-1.pdf

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Las Teresitas, a punto de recuperar su bella imagen

Cándido Quintana
Las Teresitas 18102017

Vuelvo de nuevo a Las Teresitas, lo vengo haciendo regularmente para ver cómo sigue la demolición del mamotreto. Las obras continúan a buen ritmo, “a toda vela” como el otro día comentaba yo en Facebook, a pesar de lo laborioso que es desmontar todo ese hormigón armado plagado de hierros por todas partes. Me pude hacer con otro pedacito, como recuerdo de algo que jamás se tendría que haber hecho, de algo que ha dilapidado unos buenos millones de euros públicos, que tanta falta nos hacen para otras carencias. Todo un emblema de corrupción como se afirma de forma generalizada.
Aún recuerdo como el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife vendió su empresa más rentable, Emmasa, para, según el entonces alcalde Miguel Zerolo, destinar los dineros a un muy necesario “Plan de Barrios”, que finalmente se desviaron hacia el mamotreto, como no podía ser de otra manera en aquel momento en ese affaire maquiavélicamente orquestado. Es por ello, que siempre he creído que los culpables de haber malgastado tantos millones en esa obra ilegal -desde su comienzo-, no solo deberían responder de los gastos de demolición, sino también de los de construcción, por esa ilegalidad manifiesta que no hacía ninguna falta, más allá de lo que sabemos.
Ya falta poco para que desaparezca esta canallada que ha impedido en los últimos años, por obra y gracias de un simple pelotazo, la visión mutua que siempre ha existido entre San Andrés y la Playa de Las Teresitas. Hoy en las fotografías que he captado ya ambos se pueden ver un poquito más. Cuando se desmonte la trasera y el entullo depositado en el suelo, la visión será total. Y digo canallada, aunque son válidos muchos adjetivos. Me encanta el de “adefesio”, tal y como lo catalogó nuestra querida luchadora compañera Lola Schneider, que tanto ha trabajado para que el derribo se haga realidad. Así que “adefesio ilegal y corrupto” le viene al dedo, sin olvidar la asquerosa barrera infranqueable en la que se ha convertido.
Esperemos que no se repitan nuevos mamotretos, ni nuevas deleznables formas de actuar desde el poder político/empresarial, aunque muchos de estos se nieguen a admitir sus ilegalidades y echen balones fuera en su propio beneficio. Para ello utilizan todo tipo de triquiñuelas, como ha sucedido en este caso. Llegaron a extremos de manipular a -sus- medios de comunicación para comernos el coco y trasladar a la gente mensajes como, ¿para qué tirarlo con lo mucho que hemos gastado? Incluso -amenazar- con hacer otro en su mismo emplazamiento, para que nos ablandemos ante un nuevo gasto millonario, etc.
No, las Leyes están para cumplirlas, ¡todos!, incluso las Administraciones Públicas, y que paguen los responsables, que en este caso los hay con condenados en la cárcel. Así se comporta la Justicia con cualquier persona, sin piedad, el que lo hace lo paga. Personalmente estoy muy satisfecho con este fallo y con que desaparezca de la cabecera de la playa esta mole tan negativamente impactante, que se apropió de un gran espacio de arena y cercenó, como ya dije, la visión que siempre ha existido desde San Andrés. Ahora “en guardia” para que la historia no se vuelva a repetir, ningún pelotazo ni ninguna barrera más en nuestra única e insuficiente playa.

El mamotreto 18102017
© Cándido Quintana. Integrante de la Plataforma por el Derribo del Mamotreto y Contra la Corrupción

Descubre cómo surgió Ben Magec

En noviembre de 1991 la Federación Ecologista Ben Magec comienza a dar sus primeros pasitos. Tras 20 años el compromiso ecologista y social, más vivo que nunca, se graba este vídeo que, si eres consciente del mundo en el que vivimos y te implicas de una u otra manera, te pondrá los pelos de punta.

Descubre cómo surgió Ben Magec (de aquella no había Facebook ni estas cosas, se intentaba que al menos hubiera un punto de FAX en cada isla para la coordinación), qué nos motivó y motiva a participar o qué nos aporta implicarnos. ¿Un ejemplo? Proponerte hacer cositas, enriquecerlas con las ideas del resto del grupo… ¡y conseguirlas!

 
BEN MAGEC: 20 años de lucha ecologista y social

Acuarelas de Miguel González

Circulo de Amistad XII de Enero, Santa Cruz de Tenerife. Del 28 de noviembre al 14 de diciembre de 2016

Horario: De lunes a sábado. Por la mañana de 11:00 a 13:00 horas y por la tade de 18:00 a 21:00.

Presentación a cargo de Don Joaquín Castro San Luis, miembro de la Asociación Nacional de Críticos de Arte.

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Miguel González, presentó el pasado dia 28 de noviembre su exposición de acuarelas en el Círculo de Amistad XII de Enero. Constituyó un acontecimiento cultural, por la calidad y figuración de la obra de que presenta.

Alguien dijo, ante uno de sus cuadros que “eran poesía hecha pintura”, y tenía mucha razón. A lo largo de la historia de la humanidad la poesía y la pintura han estado siempre unidas. Los grandes poetas han exaltado los campos de Castilla y Galicia, en general de toda España y mucho más en nuestra tierra, recordemos a Pedro Garcia Cabrera, Emeterio Gutiérrez Arbelo y a tantos otros. Y es verdad, la pintura de Miguel González, se presta para ello. Es poética cuando narra los patios canarios, o las flores que dan vida a nuestros jardines, sin dudarlo las rosas y las bougambillas, es narrativa también en los personajes adornados con ropajes de mil filigranas, qué difíciles temas, pero que él los aborda con personalidad y su propia técnica que ha adquirido a través de los años.

La exposición está dedicada al paisaje, la flora, la arquitectura canaria y la figura. Su obra parte de un excelente dibujo, que se manifiesta en la fidelidad a la vez que en sugerentes líneas, sombreados y detalles, que el pintor los pone al servicio de nuestros, de aquí que Miguel González mida su trabajo por la sinceridad que quiere decir en cada uno de sus cuadros

Pintor que describe las calidades y texturas de las superficies con precisión, ligereza del toque, espontaneidad en la ejecución y la alegría luminosa de sus cuadros atestiguan el vigor de artista en sus actuales creaciones pictóricas.

La obra de Miguel González, es descriptiva, dominio del color, de armoniosa sincronía, de perfecta unión con el dibujo. Es sin duda uno de los artistas que sabe caminar por el mundo del arte y que es sabedor de que cada día se aprenden cosas nuevas.

La exposición es una demostración de calidades y también de la fina sensibilidad que caracteriza a un artista no frecuente. Encierra un estudio profundo de los valores esenciales de la pintura.

Joaquín Castro San Luis

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Teléfono de contacto de Miguel González: 922 637 148

RINCONES DEL ATLÁNTICO, ARQUITECTURA, PAISAJE Y… LEY DEL SUELO, por Faustino García Márquez

El pasado 13 de octubre de 2016 nos invitaron a presentar el tomo III de Arquitectura y Paisaje en las XII Jornadas de Patrimonio Histórico de Agüimes, Gran Canaria.

Este es el texto de nuestro querido amigo y colaborador de Rincones del Atlántico, Faustino García Márquez, en el acto de presentación.

Temisas

Temisas

RINCONES DEL ATLÁNTICO, ARQUITECTURA, PAISAJE Y… LEY DEL SUELO.

 

Faustino García Márquez, arquitecto.

 

Prólogo: de cuando caminaba

La primera vez que supe de Rincones del Atlántico fue por boca de un compañero de veredas, del grupo de caminantes de cada sábado, que me habló de una extraña y hermosa publicación, medio revista, medio libro, que trataba de Canarias, de su arquitectura, etnografía y paisaje, de su flora y fauna, de la agricultura ecológica y el arte, y que te llenaba los ojos de imágenes y grabados perfectamente editados.

Yo desconfiaba bastante de las llamadas publicaciones culturales. Mis referencias eran, por un lado, las revistas de arquitectura, que nos servían durante la carrera para aprobar la asignatura de Proyectos, disfrazándonos cada año con la tendencia que más le gustaba al profesor de turno, pero cuyos textos, por lo general, eran bastante indigeribles. Mi otra referencia eran las revistas de cultura-cultura, de interminables artículos llenos de letras e ideas, tan ilegibles como ásperos de ver y sin una mala imagen que llevarse a los ojos, salvo algún grabado desabrido.

Pero me picó la curiosidad y la rareza de una revista canaria, especie en extinción donde las haya, así que la busqué y la encontré, finalmente, en el estanco de la estación de guaguas de San Telmo. El viaje en el coche de hora se me fue en un singuido, hojeando tremenda maravilla. Desde entonces soy un adicto, lo confieso: me llamo Faustino García Márquez y soy adicto a Rincones del Atlántico. Cada año espero la aparición de un nuevo número, que cada año supera en interés y en volumen al anterior. Y tengo que reconocer que los he utilizado con el pecaminoso propósito de conocer, de aprender pero, sobre todo, de disfrutar, porque una y otra cosa van juntas.

El conocimiento no es poder, como dicen, ni tampoco es la acumulación interminable de nombres, fechas, cifras y palabras con que nos atiborraron durante nuestros años de aprendizaje. En los tiempos de internet, google y wikipedia, los datos están al alcance de cualquiera; lo que no está al alcance de cualquiera es la utilización del conocimiento para estimular nuestra memoria, provocar nuestro placer y articular nuestra defensa. Y estas son los tres aspectos sobre los que querría hablarles esta noche, tres de las facetas más destacables, en mi opinión, de la labor de Rincones del Atlántico y del héroe casi mitológico que sostiene sus columnas, Daniel Fernández.

 

  1. La memoria

El primer aspecto que tengo que señalar, antes de que se me olvide, es la memoria. La vejez, que es tan avara con la memoria inmediata, es generosa, a ratos, con los recuerdos lejanos.  Nos olvidamos de lo que íbamos a hacer en el cuarto de al lado y tenemos que volver atrás para intentar capturar de nuevo la intención que nos movía, pero a cambio, una y otra vez nos asalta de repente un olor olvidado, un sabor perdido, una imagen borrada de nuestra infancia o adolescencia que andaba enterrada en cualquiera sabe qué circunvolución cerebral, y se soltó, de golpe, porque un oscuro resorte la puso en movimiento. Y la lectura es, junto con la música, el resorte que con mayor frecuencia desata los nudos de la memoria; el mejor detonante para hacer explotar recuerdos y sensaciones perdidos, de cuya existencia no guardábamos la menor referencia consciente. Y para eso he usado a Rincones, una y otra vez, sin el menor dolor de corazón ni propósito de enmienda.

Ni la televisión ni el cine dejan espacio ni tiempo para pensar, con la rápida sucesión de imágenes o diálogos; pero la lectura se puede programar, te permite pararte e incluso, aunque sigas leyendo, le permite a la memoria separarse de los ojos y enredarte, sin  apenas sentirlo, en un recuerdo desencadenado. Solo al rato te das cuenta de que has estado leyendo mecánicamente, sin que una sola palabra de las que miraste haya llegado a tu cerebro, y que tienes que volver atrás uno o dos párrafos, o una o dos páginas, y recuperar el hilo de la lectura lúcida. Pero nadie te quitará el placer del viaje a la memoria que el libro te ayudó a realizar y que te volverá a ofrecer una docena de páginas más adelante.

 

  1. El disfrute

Y éste es el segundo elemento que quería abordar, el del disfrute, la felicidad, el goce del conocimiento. Aprendiendo a hablar accedemos a la necesidad y el placer de la comunicación personal; saber leer nos conduce al paraíso de la literatura; conocer el arte nos acerca más a la belleza de un cuadro; entender una partitura nos permite apreciar y saborear mejor lo que oímos o incluso crear nuestros propios sonidos o colaborar con otros en la creación colectiva de una rondalla, una orquesta o un grupo de rap. Da igual: el conocimiento es luz y es placer.

Pero a nosotros, los niños de la posguerra, de dos o tres posguerras, no nos educaron en la luz y el placer sino en la oscuridad y el arrepentimiento. Nos enseñaron a leer, menos mal, pero mis primeras lecturas escolares fueron fragmentos del Quijote, no adaptado para niños sino en el español del siglo 16; me costó más de 50 años acercarme de nuevo al Quijote y leerlo y disfrutarlo en toda su plenitud. Nadie nos enseñó a leer partituras musicales, y me convirtieron en un amante analfabeto de sus armonías; ni la enseñanza del arte pasó nunca de la historia, de la simple memorización de nombres, fechas y obras. Por supuesto, a nadie se le pasó por la cabeza enseñarnos a entender  nuestro territorio, un territorio que para nosotros ni siquiera existía, fuera de los escasos paseos familiares y de las raras excursiones escolares.

Nos sabíamos todos y cada uno de los afluentes del Duero por la derecha y por la izquierda y en Preu tuvimos que estudiarnos los pantanos españoles, con sus localizaciones, cuencas y capacidades; pero no conocíamos las presas de Gran Canaria ni los sucesivos nombres que va teniendo un barranco desde que nace en la cumbre hasta que llega a la marea.

Comprender el territorio es, quizá, la más valiosa síntesis de conocimiento que nos aporta Rincones, a través de la confluencia de visiones, desde diferentes autores y perspectivas, sobre las formas, las sociedades, los hechos, las construcciones, las costumbres y los procesos naturales o económicos que se suceden sobre ese territorio.

Conocer el territorio nos permite entender el lugar escogido para una ciudad o una casa y la manera en que una y otra fueron creciendo; la forma de una ventana o la razón de una calle curva; la orientación de un patio o la situación de una araucaria marcando el lugar de una hacienda; el origen y el modo en que llegaba el agua a una fuente o a un cercado; el cultivo que podía darse en esta cadena o en aquel lomo; y el por qué del trazado de un camino. A partir de ahí, caminamos por calles y veredas de otra manera, recordando y apreciando significados, buscando nuevas perspectivas y relaciones, disfrutando aun más lo que contemplamos.

Entender el territorio nos permite descubrir, como si fueran nuevos, núcleos de población tan bellos como esta misma villa de Agüimes, San Juan o San Gregorio en Telde, pero también Temisas, Valsendero, Tejeda o Firgas, crecidos en respuesta a una circunstancias históricas y territoriales determinadas. O acercarnos a Vegueta, al más hermoso casco histórico colonial del Renacimiento, formado por una cuadrícula desigual pero armónicamente desarrollada a partir de tres líneas y una montaña: la línea del barranco, la línea del mar, la línea de la acequia casi horizontal, que venía desde la Vega de San José por la Calle de los Reyes, y la montaña de Santo Domingo, sobre la que se pliega la cuadrícula formando la hermosa charnela donde se construyó la fuente del Espíritu Santo, al lado de la plaza que reunía a los tres poderes de la isla, el real, el local y el religioso.

No caminamos igual por Guayadeque después de haber visitado su Centro de interpretación y de enterarnos quiénes vivieron y viven en el barranco, cómo usaron el agua y lucharon por ella, cómo guardaron el baile del pámpano roto, cuántos siglos siguieron labrando las cuevas y utilizando los gánigos y las esteras de junco  fabricados hace mil años. Tampoco vemos los llanos de Aldea Blanca con los mismos ojos si sabemos que el uso de esas tierras fue el motivo por el que estalló el motín de 1719, cuando los ciudadanos arrinconaron al capitán general en su palacio de la plaza de Santa Ana y que hubiera terminado en matanza a cañonazos si no se llegan a interponer los curas en procesión y si no acaba reconociendo la corona que la razón y el derecho no los tenía el Conde, sino los habitantes de Agüimes.

 

Agüimes

Agüimes

  1. La resistencia

Así llegamos al tercer aspecto del conocimiento que quería recorrer con ustedes esta noche, el de la resistencia y la defensa de los derechos. Si resulta imposible recordar lo que no se vivió, y es raro disfrutar de lo que no se conoce, aún más difícil es defender lo que no comprendemos.

Los niños vascos y navarros aprenden en la escuela a leer el territorio jugando y practicando con fotos aéreas y mapas y les enseñan a identificar accidentes geográficos, a orientarse mediante un plano, a ver lomos y barrancos impresos sobre una hoja de papel, a usar y entender fotos y mapas como lo que son: libros del territorio, representaciones necesarias para comprender y disfrutar de su país.

Y a nosotros y a nuestros niños, que vivimos sobre un territorio excepcional, nadie nos enseñó ni les enseña a conocerlo, salvo que tengamos la enorme suerte de poder caminar con quienes lo conocen. De nuevo somos amantes analfabetos de lo que quizá los canarios apreciamos más intensamente: nuestra propia tierra.

Tenemos una vaga idea de que este territorio nuestro es el soporte de una de las mayores y más  peculiares concentraciones de biodiversidad del planeta, de que alrededor nuestro habitan 22.712 especies, el 70% de ellas terrestres, de las que 3.760 son especies silvestres endémicas, que viven exclusivamente en el archipiélago.

Algo sabemos también de la importancia de este territorio nuestro como soporte del desarrollo económico de las islas, a través de la exportación de nuestros productos agrícolas de consumo europeo, primero, y por medio de la importación de consumidores europeos de nuestros  productos climáticos y paisajísticos, ahora. Porque  somos islas, con sol y playas y evocaciones de piratas y batallas, islas moderadamente exóticas y domesticadamente europeas, aptas para vacaciones familiares; porque somos islas africanas subtropicales refrescadas por el alisio y situadas a tiro de reactor de bajo coste respecto del centro de Europa y porque tenemos una flora y una geología y un paisaje propios. En resumen, porque nuestro territorio es insular y africano y biodiverso y volcánico. Porque es hermoso y único.

Pero el mayor valor de este territorio que habitamos es cultural y social. Los canarios somos conscientes de que tenemos una forma propia de hablar el español, pero no una lengua, aunque conservemos algunas palabras y bastantes nombres que los indígenas dieron, en su lengua tamazigh, a un montón de sitios, matos y bichos; que tenemos una arquitectura tradicional importada de España y Portugal, pero crecida aquí, con materiales nuestros y alejada de la evolución de los modelos originales en la remota península. Las certezas nuestras y solo nuestras que nos quedan son los indígenas, y este territorio, este archipiélago en cuyo paisaje nos sentimos reflejados, identificados.

Y si nosotros mismos no nos enseñamos a leerlo y comprenderlo, no solo nos estamos robando una parte de nuestra alma, de nuestra identidad y de nuestra capacidad de amarlo y disfrutar plenamente de él, sino que nos estamos impidiendo entender las normas que lo protegen o lo desprotegen, las leyes que permiten conservarlo o destrozarlo. Nos estamos incapacitando para defenderlo.

Acaba de aparecer una legislación que convierte nuestro territorio, nuestro principal y esencial recurso natural, en un mero objeto económico de compra, venta, construcción y urbanización, para que los mismos que se enriquecieron con la reforma laboral y la pobreza de miles de personas, puedan enriquecerse aún más con la reforma territorial y la destrucción del patrimonio de todos. Una legislación que pone en peligro el paisaje y la productividad alimentaria, que aumentará la desigualdad entre las personas y los territorios y que deja a cargo de su defensa a la administración más débil y con menor capacidad de respuesta, los municipios. Y la mayor parte de la población, lógicamente, es incapaz de entender esa complicada legislación que afecta a un territorio complejo, no le es posible imaginar el daño irreversible que pueden desencadenar esas leyes y mucho menos movilizarse en su defensa.

 

Epílogo esperanzado y defensa obligada

Y aquí termino, como en las películas por jornadas de nuestra lejana infancia, en el preciso momento en que se ciernen amenazas sobre el Látigo Negro o Fumanchú o nuestro querido territorio, pero también cuando está amaneciendo un tiempo nuevo, una nueva capacidad de conocimiento y resistencia social. Una época que necesita y reclama la acción de Daniel en Rincones, imprescindible para alumbrar iniciativas y nuevas propuestas para un futuro mejor, como las que quiere reunir en el próximo número de la revista.

Para hacer posible económicamente esta aventura son también indispensables nuestra colaboración y nuestro trabajo individual y colectivo. Y lo lograremos con el simple gesto de adquirir los tesoros que ya ha producido, como este número 9 dedicado a la Arquitectura rural tradicional de Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote, y de colaborar en la financiación de los que va a seguir produciendo.

A cambio de tan poco, Rincones del Atlántico nos dará  conocimiento para entender, comprender y disfrutar, pero también armas racionales para poder organizar la resistencia, para poder amotinarnos cívicamente, acorralar y derrotar a las fuerzas oscuras, para poder evitar el daño a nuestro patrimonio común, para poder defender nuestros derechos y sobre todo, los derechos de quienes no pueden defenderse, los derechos de las generaciones futuras, que son las únicas propietarias de nuestro territorio y para ellos tenemos la obligación de amar y cuidar esta tierra.

 

Agüimes, 13.10.2016

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PRESENTACION DEL III TOMO DE RINCONES, por Fernando Redondo Rodríguez

El pasado 13 de octubre de 2016 nos invitaron a presentar el tomo III de Arquitectura y Paisaje en las XII Jornadas de Patrimonio Histórico de Agüimes, Gran Canaria.

Este es el texto de nuestro querido amigo y colaborador de Rincones del Atlántico, Fernando Redondo Rodríguez, en el acto de presentación.

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PRESENTACION DEL III TOMO DE RINCONES

Agüimes 13 de octubre, 20,00 horas

Buenas noches, gracias por asistir y especialmente por invitarme. En estos tiempos asistir a la presentación de una nueva publicación y más de esta calidad, es como que te inviten al nacimiento de un nuevo Mozart. Ni es habitual, ni puede uno perdérselo.

La pregunta que me inquieta es ¿Por qué estoy aquí? Es importante saberlo para que mi intervención responda a las expectativas del autor/editor. Supongo que la amistad no es razón suficiente. Por tanto debo buscarlo en mi trayectoria personal.

Me defino como un economista que se ha especializado en lo que se denomina “economía regional”, que como tal especialidad se inicia a finales de los sesenta. Hasta entonces, el ámbito de estudio del comportamiento económico es el estado o las naciones. La política fiscal, monetaria, de empleo, y especialmente del crecimiento, se estudiaba ignorando el territorio. En parte por la inexistencia de datos regionales y en gran parte porque las decisiones no tenían en cuenta el impacto que se producía en una parte limitada del país. La economía ignoraba al territorio.

A medida que el conocimiento se mejoraba, la pregunta que nos hacíamos es por qué, por ejemplo, Canarias no conseguía salir del atraso, a pesar del despegue de la economía española; cuáles eran las claves y mecanismos para que el crecimiento alcanzara a todo el territorio y, sobre todo, si podíamos hacer algo. Si recuerdan, toda la literatura hasta esos años giraba sobre “la nación”. España se desarrollaba, pero dejando zonas inmensas atrasadas y desiertas, desequilibrios territoriales que empujaban a la población a emigrar a los cinco polos de atracción económica y desertizaban al resto del país

En Canarias, y no por casualidad, se iniciaron los primeros ensayos españoles de economía regional, para conocer qué nos pasaba. El libro de Bergasa y González Viéitez “Desarrollo y subdesarrollo de la economía canaria” de 1968  es una buena muestra. Canarias era un ejemplo de una realidad física, económica y, sobre todo, cultural singular. Es decir, seguramente por nuestra singularidad, construimos respuestas únicas.

Es el primer trabajo que intenta explicar la vinculación entre  marco institucional y nivel de desarrollo.

La conclusión es que no es posible un desarrollo permanente y equilibrado de nuestra región sin conocer, comprender y adaptar nuestras decisiones al entorno. A esto respondían leyes, normas y prácticas específicas de Canarias: nuestro acervo o, lo que es lo mismo, nuestro marco institucional, debe responder a nuestra realidad física y geoestratégica o fracasa. La historia, las respuestas a los retos internacionales, y nuestro especial régimen administrativo y fiscal es producto de la adaptación de nuestro medio natural a una realidad singular.

A estas alturas, tienen derecho a preguntarse que tiene esto que ver con Rincones. Paciencia, ya lo verán.

¿Y cual es nuestro entorno, y realidad singular? la respuesta es  sencilla, porque lo  hemos ido construyendo a través de los siglos: somos unas islas atlánticas.

Supongo que ya adivinan por donde voy: “Rincones del Atlántico” se llama este proyecto y concretamente, “Arquitectura y paisaje”.

La pregunta es, por tanto, ¿por qué es tan importante esta iniciativa?, ¿qué nos desvela esta publicación?

Mi formación me inclina irremediablemente a formularme determinadas preguntas:

La primera es ¿cómo vivimos y nos adoptamos a los retos de nuestro entorno? La forma de ocupar el territorio, la tipología constructiva y cómo evolucionan en el tiempo, y especialmente las pautas alimenticias, culturales y de consumo, están determinadas por el clima, la insularidad y  las relaciones comerciales exteriores. No voy a extenderme en este aspecto, pero si observamos como viven los canarios, podemos notar que se diferencian notablemente del resto de España. El acceso histórico a determinados mercados y productos afectan a nuestras pautas de consumo y hábitos.

En segundo lugar, ¿de qué vivimos?: es este el aspecto que hoy me interesa comentar especialmente. Nuestro sistema económico no es inmutable y ha tenido cambios radicales que se reflejan en el paisaje insular. Nuestra memoria visual nos ha dejado determinadas imágenes que asimilamos como si fueran permanentes.

Pero no siempre ha sido así. Hemos pasado de un paisaje africano, con prácticas de pastoreo y alimentos típicos del Norte de África, con una ocupación del territorio que respondía a este tipo de economía y necesidades hidráulicas a una radical transformación por la llegada de los europeos (caña de azúcar, viñedos, cereales), que cambia no sólo el paisaje sino la propiedad y el aprovechamiento del suelo y el agua y que tiene un profundo impacto en la localización de la población y especialmente en la construcción de un marco institucional, fiscal y administrativo que diera respuesta al nuevo sistema económico.

Es el periodo más corto de nuestra historia, porque el inmediato descubrimiento de América supuso el impacto más decisivo en nuestro paisaje. Hoy no podríamos imaginar como sería nuestra vida y paisaje sin las papas, millo, tabaco, pimientos, calabaza, tomates, aguacate, mangos, calabacines, y hasta las judías, que llegaron del nuevo mundo.

Nuestras prácticas agrícolas que configuran el paisaje y el lenguaje y prácticas culturales sólo se explican por los nuevos productos atlánticos. Por ello, calificar a nuestras islas de Atlánticas no es un recurso poético, es una descripción acertada.

Siempre he tenido curiosidad por analizar el impacto americano en nuestro territorio. De qué forma los nuevos productos, lo que comemos, y de lo que vivimos, nos ha transformado la vida.

Así podemos llegar hasta finales del siglo XIX en que el impacto de un nuevo invento, los puertos, volvieron a cambiar nuestro paisaje. Es el cuarto terremoto que nos afectó: Los bereberes, los españoles, América, y ahora la integración en el comercio internacional con el empuje de las potencias europeas.

Es cierto que es una interpretación simplista, por ejemplo actividades como las salinas, con importante presencia paisajista en todas las islas responde al nivel tecnológico. Es el conservante natural que se conocía desde hacia siglos. El frío las desplaza y las deja sin uso. Así como los molinos de agua y otras construcciones que se mantienen durante siglos. El almendrero es otro de los productos que merecen un estudio aparte.

El cultivo intensivo del plátano, el tomate y otros productos de exportación ha supuesto el mayor impacto que habíamos experimentado en nuestro paisaje. Nos hemos acostumbrado a esos impresionantes bancales en todas las islas y hemos vivido la mayor inversión en infraestructura hidráulica de nuestra historia, una capitalización increíble que sólo se explica por la existencia de los puertos y la revolución del transporte.

Por tanto, nuestro paisaje nos enseña con sus huellas de lo que vivimos. Basta hojear detenidamente la obra de Rincones que nos descubre lentamente nuestra historia. Depende de la mirada personal

¿Y ahora?, es fácil responder: el turismo. Pero esa es otra historia.

Y  por último, el por qué. El paisaje, al igual que nos cuenta nuestra historia económica, nos cuenta quiénes han llegado a nuestros campos. La influencia española, portuguesa, anglosajona y americana, está en nuestro paisaje. Nuestro mestizaje cultural se puede leer en el paisaje

Este elemento patrimonial, tan unido al paisaje eminentemente agrícola de las islas, representa uno de los bienes esenciales para conservar lo local, nuestra cultura, tradiciones y memoria frente al vacío y a la clonación y homogeneización del mundo globalizado, nos recuerda Daniel en la presentación.

La conclusión final es analizar cómo hemos ido dando respuestas sensatas a nuestras demandas de mejor calidad de vida, sin agredir a nuestro territorio y nuestra naturaleza. Para ello, tenemos el ejemplo de las experiencias históricas de respuestas locales. Por eso es importante el estudio de nuestra economía regional al que aludía al principio. Podemos ser un ejemplo vivo de cómo responder ante el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y los retos de un mundo con recursos limitados. Cada pueblo tiene que encontrar su equilibrio. Aprendiendo de los aciertos y evitando reiterar los errores. No es incompatible: nuestra historia nos confirma que es posible encontrar respuestas adecuadas a las nuevas demandas. El camino de Rincones es un buen inicio.

Quiero terminar con una sencilla reflexión. Con reiteración escuchamos a muchos responsables que lo primero “son las personas” y para rematarlo te preguntan, pensando que te ponen en un aprieto: ¿usted prefiere a las plantas y los animales o a las personas?

¿Pero es que alguien todavía cree que uno puede sobrevivir sin el otro? Parece que sí, a la vista de la nueva Ley del suelo. Se plantea una disyuntiva falsa.

Hace años leía un simpático ejemplo: deberíamos pensar que todos somos peces en una pecera. Y así y todo, nos empeñamos en envenenar el agua que nos mantiene vivos. Y siempre habrá alguien que pregunte: usted qué prefiere ¿el agua o los peces?

No sé si somos ignorantes, locos o simplemente estúpidos.

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“La verdadera generosidad con el porvenir consiste en darlo todo en el presente”
Albert Camus

 

Queridos/as amigos y amigas de Rincones del Atlántico.

 

Terminada la trilogía dedicada a la arquitectura tradicional en el medio rural de Canarias con la publicación del nº 9 de Rincones del Atlántico (Tomo III de Arquitectura y Paisaje), hemos empezado a trabajar en el siguiente número de Rincones.

 

Volveremos al formato tradicional de la revista, con algunas de las secciones habituales, pero incluyendo, además, una amplia una serie de ideas y propuestas para un futuro mejor con varios artículos relacionados.

 

Para este número no haremos una campaña de micromecenazgo (crowdfunding) como hicimos con los números anteriores, los tomos II y III de Arquitectura y Paisaje, para poder dedicar todo el tiempo y la energía a la realización del mismo.

 

Si quieren colaborar y apoyar su edición ya pueden suscribirse y reservar uno o varios ejemplares. También, si lo desean, pueden contribuir con alguna cantidad extra que ayudará a abaratar el precio de venta al público, que será como siempre el más bajo posible, para que así pueda llegar al mayor número de personas. Son muy pocos los recursos de que disponemos, lo que nos exige dedicar mucho tiempo y trabajo en los meses siguientes a la salida de un nuevo número para conseguir la financiación necesaria para cubrir los gastos, principalmente los de impresión, retrasando la salida del siguiente número (aún seguimos con la promoción y venta del último número).

 

Estimamos que tendrá un precio aproximado de entre 15 y 20 euros. Para los suscriptores pondremos el precio mínimo de 15 euros y quien lo desee puede contribuir además con la cantidad de apoyo que crea oportuna. Habrá una serie de postales como obsequio a quienes colaboren con alguna cantidad de apoyo. Nuestra intención es que pueda ver la luz en el otoño de 2017. En este enlace pueden acceder al formulario y a la pasarela de pago.

 

También, si lo desean, ya pueden adquirir la versión digital (pdfs) de todos los números (como saben los 5 primeros ya están agotados), así como la edición impresa de los números 6/7, 8 y 9. En este enlace disponen de toda la información.

 

Muchas gracias por colaborar y participar en el próximo número y hacer posible que Rincones del Atlántico pueda seguir adelante con su propósito de transmitir, de una manera divulgativa, amena, didáctica, con rigor y calidad, el valor y la belleza del paisaje y el patrimonio de estas islas y la enorme importancia que tiene su conocimiento y conservación. “Conocer para amar y amar para cuidar, proteger y conservar”.

 

“De hecho, todo ha recomenzado, pero sin que nos hayamos dado cuenta. Estamos en los comienzos, modestos, invisibles, marginales, dispersos. Pues ya existe, en todos los continentes, una efervescencia creativa, una multitud de iniciativas locales en el sentido de la regeneración económica, social, política, cognitiva, educativa, étnica, o de la reforma de vida.”

Edgar Morin

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