La Fiesta del Árbol se celebra talando árboles

TEROR

La Fiesta del Árbol se celebra talando árboles

Rubén Naranjo

Una decena de árboles que crecían en la Cuesta del Cementerio, junto a las nuevas oficinas municipales, han sido talados por el ayuntamiento de la villa, para dar mayor amplitud a la acera. Estos magníficos ejemplares de árboles, pinos de oro y brachichiton, plantados hace una veintena de años y que lucían un inmejorable aspecto, daban sombra y hermoseaban el aspecto de esta calle, inmediata al Paseo de González Díaz, considerado el Apóstol del árbol por sus campañas a favor del arbolado. Precisamente el Ayuntamiento de Teror organizó el pasado mes de abril sus VIII Jornadas Culturales, dedicándole un especial protagonismo a este personaje y al hecho de que este año 2011, se conmemora el centenario de la Fiesta del Árbol en la villa, celebrada un 26 de febrero de 1911. En aquella fecha, en el actual paseo que lleva el nombre del escritor y periodista, se plantaron un buen número de árboles, con una masiva asistencia del vecindario, en unos años en que la villa destacó por sus campañas de regeneración forestal, sirviendo de positivo ejemplo al resto de municipios de la isla.

Sin embargo, cien años después, la prédica de González Díaz parece haber quedado en el olvido, y precisamente junto a un espacio que sirve de referente y tarjeta de presentación del municipio, como son las modernas oficinas municipales próximas a inaugurarse, se ha procedido a la corta indiscriminada de árboles. Una vez más, como ya ocurriera en el paseo de González Díaz, donde también en el año 2002 se talaron un buen número de árboles de gran interés botánico como el árbol de la tila, magnolios, plátanos de sombra, etc., se ha procedido a la tala de unos árboles sanos, sin atender a otras posibles alternativas, en este caso para facilitar el paso por la acera y mantener el arbolado. El asunto cobra aún más trascendencia, si tenemos en cuenta que esta salvaje actuación se comete en el año en que se conmemora una acción de participación ciudadana, como fue la masiva implicación vecinal en esa primera Fiesta del Árbol, y también en el año que la ONU dedica  a los árboles y los bosques del planeta.

Lo cierto es que, a lo largo del tiempo, por una u otra causa, la villa de Teror, ha ido perdiendo progresivamente el rico y variado patrimonio botánico que atesoraba en sus calles y plazas, fruto de la paciente y decidida labor en pro del arbolado mantenida por el Apóstol del Árbol y alcaldes como Manuel Acosta o Isaac Domínguez, así como de un grupo de entusiastas vecinos de la villa, que favorecieron incluso la creación de una pionera sociedad ecologista, como fue la Liga Progresista y Forestal, allá por el año 1918. Sin embargo, diferentes remodelaciones urbanas, han ido determinando la tala indiscriminada de un gran número de árboles, sin razones objetivas que lo justifiquen o sin buscar posibles alternativas, de tal forma que lejos de ganar en espacios verdes, se han ido perdiendo de forma continuada.

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