El árbol de la libertad, de la igualdad, de la fraternidad, está creciendo

Gracias, como siempre, querido maestro José Luis Sampedro:

Parece que estos días ha hecho sol y ha llovido en Madrid, en la Puerta del Sol. El cielo nos envía sol y lluvia, y la semilla, que ya estaba en la tierra, ha germinado. El árbol de la libertad, de la igualdad, de la fraternidad, está creciendo, tenemos que cuidarlo y protegerlo. La Utopía está aquí, haciendo el camino, caminemos, cada paso que demos es un nuevo ladrillo para construir esa nueva casa en la que todos cabemos.

foto: Eduardo Trinchant

Magnífica la intervención de Cristina. Da verguenza escuchar a estos periodistas en la radio pública, así como en TVE, ayer por ejemplo, en La noche en 24 horas. El mismo discurso que los partidos políticos, a quienes parece que sirven. Ni periodismo crítico ni objetivo. No hay gran difrerencia con las tertulias deportivas sobre el Madrid y el Barcelona, bipartidismo deportivo y político, mantener a la gente ignorante y sin criterio. ¿Porqué no invitan a periodistas comprometidos, objetivos, no tan «del sistema» y a personas de los colectivos y así conocer información real y objetiva sobre lo que realmente está ocurriendo y porqué?

¡DEMOCRACIA REAL YA!

Por una democracia real ¡Ya!:  Democracia participativa, la de los ciudadanos, no la de los partido políticos, (que se han convertido en empresas para conseguir un trabajo bien remunerado) que ya no están al servicio de los ciudadanos ni del bien común, y sí, fuera de la realidad de la gente. La política como servicio público, no para medrar, enriquecerse, obtener privilegios y alimentar el ego y la soberbia.

Por una política donde la ética, la integridad y la honradez sean premisas imprescindibles.

Por una ley electoral justa, equitativa (en la valgan todos lo votos por igual) y con listas abiertas.

Publicación obligatoria del patrimonio de todos los cargos públicos (al entrar y al salir).

Poder presentarse un máximo de dos legislaturas.

Salarios razonables y supresión de tantos privilegios para la «clase» (que es en lo que se ha convertido, salvando algunas excepciones) política.

Etc., etc., etc…

LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD: ¡DE VERDAD!

El papel del pueblo queda reducido al de un conjunto de accionistas pasivos que se limitan a votar cada cuatro años a unas administraciones públicas que operan como empresas ”.

Hay que impedir que las urnas se conviertan en el lugar de defunción de una esperanza común, la democracia”.

Las indignadas y los indignados reaccionan por Carlos Martínez:

El domingo 15M cientos de miles de personas, jóvenes en su inmensa mayoría salimos a la calle. Lo de el 15 fue un movimiento social, hablando con propiedad. Un grupo de gente joven, pero no sólo, lanzó una iniciativa a través de las redes sociales. Su objetivo era simple, manifestar su hartazgo por la dictadura de los bancos, el terrorismo financiero y la actuación temerosa y claudicante de los gobiernos ante los poderes económicos, así como manifestarse contra los planes de «ajuste, austeridad y contención del gasto público» es decir, los proyectos y los hechos reales para hacer pagar la crisis a las clases populares en beneficio de los poderes financieros.

En lugar de rescatar a la gente, a las familias, se está rescatando a los bancos y rebajando o eliminando los impuestos que pagan los ricos, con la falsa creencia de que hay que salvar como sea al sistema financiero para de esta forma volver a crear empleo y crear riqueza apoyando a los poseedores. Falacia esta que está fracasando estrepitosamente, lo que aún cabrea más [] seguir leyendo

Comunicado de prensa de “Democracia real YA” (17/05/2011)

Adhesión a la plataforma «Por una democracia real ya»

Lo que está mal en el mundo (hermoso texto de G. K. Chesterton)

A palos con los jóvenes…

PROPUESTAS

MANIFIESTO “DEMOCRACIA REAL YA”:

Somos personas normales y corrientes. Somos como tú: gente que se levanta por las mañanas para estudiar, para trabajar o para buscar trabajo, gente que tiene familia y amigos. Gente que trabaja duro todos los días para vivir y dar un futuro mejor a los que nos rodean.

Unos nos consideramos más progresistas, otros más conservadores. Unos creyentes, otros no. Unos tenemos ideologías bien definidas, otros nos consideramos apolíticos… Pero todos estamos preocupados e indignados por el panorama político, económico y social que vemos a nuestro alrededor. Por la corrupción de los políticos, empresarios, banqueros… Por la indefensión del ciudadano de a pie.

Esta situación nos hace daño a todos diariamente. Pero si todos nos unimos, podemos cambiarla. Es hora de ponerse en movimiento, hora de construir entre todos una sociedad mejor. Por ello sostenemos firmemente lo siguiente:

  • Las prioridades de toda sociedad avanzada han de ser la igualdad, el progreso, la solidaridad, el libre acceso a la cultura, la sostenibilidad ecológica y el desarrollo, el bienestar y la felicidad de las personas.
  • Existen unos derechos básicos que deberían estar cubiertos en estas sociedades: derecho a la vivienda, al trabajo, a la cultura, a la salud, a la educación, a la participación política, al libre desarrollo personal, y derecho al consumo de los bienes necesarios para una vida sana y feliz.
  • El actual funcionamiento de nuestro sistema económico y gubernamental no atiende a estas prioridades y es un obstáculo para el progreso de la humanidad.
  • La democracia parte del pueblo (demos=pueblo; cracia=gobierno) así que el gobierno debe ser del pueblo. Sin embargo, en este país la mayor parte de la clase política ni siquiera nos escucha. Sus funciones deberían ser la de llevar nuestra voz a las instituciones, facilitando la participación política ciudadana mediante cauces directos y procurando el mayor beneficio para el grueso de la sociedad, no la de enriquecerse y medrar a nuestra costa, atendiendo tan sólo a los dictados de los grandes poderes económicos y aferrándose al poder a través de una dictadura partitocrática encabezada por las inamovibles siglas del PPSOE.
  • El ansia y acumulación de poder en unos pocos genera desigualdad, crispación e injusticia, lo cual conduce a la violencia, que rechazamos. El obsoleto y antinatural modelo económico vigente bloquea la maquinaria social en una espiral que se consume a sí misma enriqueciendo a unos pocos y sumiendo en la pobreza y la escasez al resto. Hasta el colapso.
  • La voluntad y fin del sistema es la acumulación de dinero, primándola por encima de la eficacia y el bienestar de la sociedad. Despilfarrando recursos, destruyendo el planeta, generando desempleo y consumidores infelices.
  • Los ciudadanos formamos parte del engranaje de una máquina destinada a enriquecer a una minoría que no sabe ni de nuestras necesidades. Somos anónimos, pero sin nosotros nada de esto existiría, pues nosotros movemos el mundo.
  • Si como sociedad aprendemos a no fiar nuestro futuro a una abstracta rentabilidad económica que nunca redunda en beneficio de la mayoría, podremos eliminar los abusos y carencias que todos sufrimos.
  • Es necesaria una Revolución Ética. Hemos puesto el dinero por encima del Ser Humano y tenemos que ponerlo a nuestro servicio. Somos personas, no productos del mercado. No soy sólo lo que compro, por qué lo compro y a quién se lo compro.

Por todo lo anterior, estoy indignado.

Creo que puedo cambiarlo.

Creo que puedo ayudar.

Sé que unidos podemos.

Sal con nosotros. Es tu derecho.

Rincones del Atlántico en IDEASS

Hemos sido invitados de nuevo por el programa IDEASS (Innovación para el desarrollo y la cooperación sur-sur) que forma parte de la Iniciativa de cooperación internacional  ART (Apoyo a las redes territoriales y temáticas de cooperación para el desarrollo humano), que asocia programas y actividades de diversas organizaciones de las Naciones Unidas, y cuyo comité científico es presidido por Edgar Morin.

Han colocado un nuevo banner (banderola) en su página principal con información (en Inglés y en Español) y con un enlace a la página de Rincones del Atlántico, para dar a conocer nuestra nueva web. Agradecemos sincera y profundamente a Giulia Dario, Coordinadora Internacional de IDEASS y a Fernando Bravo, Asistente del Programa IDEASS, este reconocimiento y apoyo a la difusión y conocimiento de Rincones del Atlántico.

Aquí encima la imagen y aquí debajo el texto que se abren con el banner:

El Catálogo vivo de los recursos de las Islas Canarias

Rincones del Atlántico ha lanzado una nueva edición de su sitio web, que presenta un catalogo vivo de los recursos naturales y de la herencia cultural de las Islas Canarias y los archipiélagos vecinos. Entre sus 14 secciones se pueden encontrar temas como la arquitectura tradicional, la bioconstrucción, las energías renovables, la agricultura ecológica, la cultura, el paisaje. En las diferentes secciones se encuentran también informaciones sobre tecnologías que pueden ser de interés universal.

El catalogo realizado por Rincones del Atlántico es un instrumento estratégico para los actores del desarrollo interesados en realizar iniciativas basadas en la valorización de la cultura, de las tradiciones, del medioambiente, de la naturaleza y el paisaje de un territorio.

Este instrumento podría ser replicado por cualquier gobierno local, con el apoyo de los actores intelectuales, culturales y sociales del territorio, para fomentar procesos de desarrollo participativos y basados en los recursos del territorio.

Para saber más, visite

www.rinconesdelatlantico.es

Contactos

Islas Canarias, España

info@rinconesdelatlantico.com

IDEASS

Les recomendamos visitar la página de IDEASS, en la que podrán encontrar una gran cantidad de información sobre los proyectos de cooperación que desarrolla: Actividades, innovación, documentos, noticias, proyectos, enlaces…

Presentación de IDEASS en pdf

IDEASS es un programa de cooperación internacional que tiene la finalidad de fortalecer los procesos de desarrollo territorial integrado y participativo, mediante la utilización cada vez mayor de la innovación. Apunta a mejorar la capacidad de los actores territoriales, públicos y privados, de responder a las necesidades de la población, a través de modalidades e instrumentos innovadores y eficaces, adoptados tanto a nivel nacional como en otros países.

IDEASS se enmarca en los compromisos de las grandes Cumbres mundiales de los años ’90, y de la Asamblea del Milenio, dando la prioridad a la cooperación entre los actores del Sur, con el apoyo de los países mas industrializados. Consiste en la identificación, promoción y transferencia de las innovaciones que han demostrado contribuir al desarrollo humano, a la valorización de los recursos del medio-ambiente, a la reducción de la pobreza y de la exclusión.

IDEASS opera como un complemento temático a las actividades de los programas de desarrollo humano y lucha contra la pobreza, realizados por los Gobiernos de diferentes países con el apoyo de PNUD, OIT, UNIFEM, UNOPS y otras Organizaciones de las Naciones Unidas. Estos programas promueven procesos de desarrollo territorial integrado y participativo, enmarcados en las políticas nacionales, con el apoyo de los actores públicos, privados y de la sociedad civil.

SECRETARÍA INTERNACIONAL DE IDEASS

The international technical secretariat of IDEASS is in Rome, in the UNDP/UNOPS offices.

IDEASS INTERNATIONAL SECRETARIAT

EDINFODEC
Viale delle Terme di Caracalla
FAO/Building E. First Floor
00153 Rome. Italy

Tel: (+ 39) 06 570 50 228 / (+ 39) 06 570 50 214
Fax (+ 39) 06 570 50 297
E-mail: info@ideassonline.org

 



Hoy inauguramos la nueva web, el blog y la versión digital del último número de Rincones del Atlántico

Queridos amigos y amigas de Rincones del Atlántico:

Hoy inauguramos este blog, la nueva web y la versión digital del último número de Rincones del Atlántico, el número doble 6/7.

Ya hace más de siete años y medio que vio la luz la versión digital de Rincones. Ha pasado tiempo, la página ha recibido casi dos millones de visitas hasta el día de hoy (cada año va subiendo el número de visitas, al mismo tiempo que se van incrementando los contenidos con cada número que se edita; actualmente ronda las mil entradas diarias). Desde hace tiempo queríamos renovar el portal con un nuevo diseño, más actualizado y en el que las imágenes tuviesen mayor protagonismo, pero el trabajo cotidiano de Rincones y el dilatado espacio de tiempo de dedicación que sabíamos que necesitaríamos para hacer un cambio como tiene que ser (lo que merece  ser hecho, merece ser bien hecho), nos hacía ir posponiéndolo.

Hace unos meses, “haciendo de tripas corazón” (sabíamos que era imprescindible hacerlo pero que además del tiempo que se necesitaba, gran parte del trabajo iba a ser inevitablemente tedioso), y con la ayuda inestimable de Javier Gutiérrez de Deranet, nos “tiramos a la piscina” y decidimos abordar la tarea. Nos ha llevado más tiempo incluso del que pensábamos, tiempo que tendremos que recuperar para que el tomo II de Arquitectura y paisaje –nuestro próximo número– no se retrase más de la cuenta.  Al final creemos que el esfuerzo ha merecido la pena… pero por favor, nos encantaría conocer sus opiniones y sugerencias.

A la hora de repensar el portal, lo primero que decidimos fue, después de un par de charlas y de mirar muchas páginas web, que tuviese un diseño sencillo y versátil, cómodo para moverse por él, y que fuese más visual, que las imágenes tuviesen mayor protagonismo –como en la versión de papel– especialmente para las páginas principales, índices y sumarios. También por eso creamos una Galería de imágenes para que se pudiesen visionar mejor las fotografías e ilustraciones de los artículos en los que éstas tienen un protagonismo fundamental, como  los “Mosaicos”  de arquitectura y la sección “Arte y Paisaje”, entre otros.

También necesitaba un cambio importante la sección de “Noticias”, que se había quedado obsoleta y requería un formato más abierto y fluido, que admitiese imágenes, vídeos, etc., y también la participación directa de los visitantes y personas amigas de Rincones, por lo que pensamos que la mejor solución era un blog que al mismo tiempo hiciese de enlace con las páginas de Facebook y de Twitter. Lo pueden visitar, pues ya hemos añadido algunas noticias, las primeras de ellas con algunos textos que se habían publicado hace algún tiempo sobre el último número y que creemos que merecen ser reproducidos y conservados en nuestro (de todos nosotros) blog.

También queremos, poco a poco, adaptar los artículos de los primeros cinco números, que están enlazados a la nueva web pero continúan en el formato antiguo. El número anterior (nº 5, monográfico Arquitectura y paisaje, tomo I) ya está bastante avanzado y pronto sustituirá al anterior.

Esperamos que les guste la nueva página, que la visiten y que se animen a participar con sus comentarios o noticias de interés en el foro y en el blog, así como en la página de Facebook. Y como les comentaba más arriba, por favor, participen y apoyen este nuevo “Rincón” en Internet enviándonos sus críticas constructivas y sugerencias para que nos ayuden a hacerlo crecer y mejorar, pues estamos convencidos de que es una herramienta básica e imprescindible para que continúe viva la idea y el propósito que hizo nacer un día estos Rincones del Atlántico, que son de todos.

Muchas gracias.

Daniel Fernández Galván, coordinador de Rincones del Atlántico

 

¿OTRO MUNDO ES POSIBLE, AQUÍ?

El pasado 12 de abril tuvo lugar en el Espacio Cultural de Cajacanarias la tercera mesa redonda de ENCIENDE LA TIERRA. Corrió a cargo de Ray Morgan y Faustino García Márquez.

Aquí pueden escuchar el audio de la magnífica exposición de Faustino García Márquez: http://dacil04.blogspot.com/2011/04/otro-mundo-es-posible-faustino-garcia.html

Muy interesante y recomendable.
Muchas gracias a nuestra amiga Dácil, como siempre, por grabar y que así puedan llegar a mucha más gente las lúcidas palabras de Faustino.

Y muchas gracias a Faustino que nos ha enviado el texto de su exposición, por petición nuestra, para publicarlo en el nuevo blog de Rincones del Atlántico.

Faustino García Márquez, CajaCanarias, 12.4.2011.

¿OTRO MUNDO ES POSIBLE, AQUÍ?

¿Es posible otro mundo? Nuestra obligación es contestar que sí, por la sencilla razón de este mundo es imposible, por insostenible; pero el hecho de que el estado y las perspectivas del mundo actual nos obligue a transformarlo en otro, no significa que el camino a recorrer sea claro ni fácil. Para hacerlo, como para recorrer cualquier camino, necesitamos saber de dónde partimos, a dónde queremos ir y por dónde podemos llegar.

I. De dónde partimos.

Me van a permitir que enfoque mi aportación a esta mesa de debate desde la perspectiva del territorio, y no sólo porque es la disciplina en la que he tenido ocasión de acumular una cierta experiencia profesional, sino porque el territorio constituye, además de nuestro recurso natural básico, el elemento diferencial canario a la hora de definir el cambio necesario y el proceso de avance hacia otro mundo posible, por tres razones:

En primer lugar, su situación geográfica y su carácter insular, que determinan la confortabilidad de su clima, imponen una considerable lejanía respecto de nuestros principales mercados y una patente cercanía al continente africano.

En segundo lugar, porque la situación, la insularidad y el origen volcánico han determinado su singularidad geológica y geomorfológica, la enorme riqueza biológica que contiene y la significación estética, económica, cultural y social de sus paisajes, tanto naturales como humanizados.

Por último, porque la intensa presencia del hombre, de 2.400.000 personas, entre residentes y turistas diarios y la peculiaridad de un poblamiento disperso en las áreas interiores y altamente concentrado en las capitales insulares y otras zonas del litoral, es la característica más determinante de este territorio, desde la perspectiva del cambio que hay que acometer.

Estas características y su evolución a lo largo de la historia, han determinado, en buena medida, nuestra especialización como economía de servicios y destino turístico, y también la íntima amalgama que forman nuestra dependencia exterior, nuestra forma de contribuir al calentamiento global y nuestra vulnerabilidad ante los efectos de este cambio climático y de los restantes cambios críticos que  sufren la economía, el agua, la energía, los alimentos y la urbanización del planeta.

Dependemos económicamente de las decisiones de unos turistas y unos operadores externos, a los que podemos atraer, seducir, incentivar y hasta subvencionar, pero no controlar. Y, para que se decidan en nuestro favor, necesitamos de unos atractivos climáticos, naturales y paisajísticos que van a evolucionar negativamente por efecto del calentamiento y, posiblemente, de nuestra mala cabeza.

Dependemos también del exterior para recibir la mayor parte de los alimentos que consumimos, en una proporción que no ha hecho sino aumentar en los últimos años: entre 1992 y 2006, nuestras importaciones de hortalizas se incrementaron del 30 al 40%; las de cereales, del 98 al 100%; las de leche, del 90 al 93% y las de huevos, del 5 al 25%. En ese mismo período, perdimos el 22% de nuestra superficie agraria útil, que descendió desde 93.000 a 73.000 hectáreas.

Pero ninguna de nuestras dependencias es mayor que la energética. El 94% de nuestra producción de electricidad procede del petróleo, frente al 7% de media estatal, y solo generamos con nuestros propios medios renovables el 6% restante, cuando el conjunto del Estado, con un potencial de renovables mucho menor que el nuestro, alcanza casi el 17%, sin contar la hidroeléctrica.

En estas condiciones, no nos podrá extrañar que nuestra huella ecológica, según el Ministerio de Medio Ambiente, sea 10’4 veces mayor que la superficie del archipiélago. Necesitaríamos 77.450 km2, en lugar de los 7.447 que tenemos, para producir los recursos que consumimos y absorber los residuos que generamos. Esta huella da idea del grado de dependencia y, si la sumamos a la insularidad y la lejanía, hace patente la dimensión de la fragilidad y vulnerabilidad, no sólo de nuestros atractivos climáticos, naturales y paisajísticos, sino de todo nuestro sistema social y económico ante cualquier emergencia que interrumpa suministros o requiera de auxilios externos.

Tampoco podrá extrañarnos que el 53% de las emisiones canarias de gases de efecto invernadero estén provocadas por el consumo eléctrico y la producción industrial de agua, frente al 45% de media europea, ni que el transporte produzca el 35%, cuando la media europea es del 21%, y esto, sin contar los gases emitidos en los viajes de los turistas, ni una parte de los generados por nuestras importaciones y exportaciones, aunque sí el transporte terrestre, al que se debe casi el 28% de nuestras emisiones, en buena parte debido a nuestro desequilibrado, concentrado y disperso sistema urbano, que hace ineficientes los sistemas de transporte de energía, agua, bienes o personas y obliga al 93 % de los ciudadanos a utilizar su propio coche para acceder al trabajo y los servicios o que motiva que El Hierro, una de nuestras islas ecológicas, ostente el record del Estado en número de vehículos por habitante, con 77 por cada 100 personas. Estas cifras significan que nuestra contribución a la mitigación del cambio climático requerirá un compromiso personal e intransferible de cada residente y de cada turista, para reducir su consumo de electricidad y agua, y para disminuir o colectivizar su necesidad de moverse, para lo que tendrá que exigir de las administraciones la adopción de medidas territoriales y de transporte.

Y son estas circunstancias territoriales y esta socialización de la responsabilidad, las que determinan hacia dónde tenemos que dirigirnos en este obligado y crítico viaje hacia otro mundo posible.

II. A dónde vamos.

Nuestra meta, e incluso el camino a recorrer para alcanzarla, vienen marcados por la identidad entre nuestra lucha contra el cambio climático y el avance hacia un modelo de desarrollo menos insostenible. En Canarias, el objetivo de reducir el consumo de recursos no renovables, incluido el territorio, mediante el ahorro y el uso eficiente, converge plenamente con el objetivo de mitigar el calentamiento; decrecer nos permitirá ser más sostenibles y menos emisores, al mismo tiempo y por el mismo precio.

Consumir menos agua y electricidad, rebajará el volumen de nuestras facturas y de nuestras emisiones. Hacer más sostenible nuestro territorio permitirá disminuir la movilidad y, por tanto, mitigar nuestra contribución al cambio climático. Utilizar eficientemente ese territorio exigirá evitar la artificialización de los suelos con mayor capacidad agraria, y ponerlos en cultivo con destino al consumo interior, con la consiguiente reducción del transporte exterior, las emisiones y la vulnerabilidad.

Esta identidad de objetivos, permite también definir al punto de llegada como una suma de metas ambientales, económicas y sociales.

La finalidad ambiental ha de ser, obviamente, la conservación de nuestro patrimonio natural y cultural, la realización de las actuaciones, las infraestructuras y los corredores ambientales necesarios para reparar, en lo posible, los daños que hemos provocado en nuestro entorno, especialmente en los últimos años, y lograr que nuestra biodiversidad y paisaje sean más resistentes a los cambios que ya se están produciendo, a las sequías y plagas, a la erosión y la pérdida de suelos.

Desde una perspectiva territorial, el objetivo no puede ser otro que la implantación de un modelo menos insostenible, más compacto y equilibrado, un medio urbano más confortable y bello, unas ciudades que consuman menos suelo, energía y agua, que ofrezcan servicios mejores y más cercanos, y viviendas adaptadas a nuestro clima, eficientes energéticamente, habitables y cómodas. Y, para lograrlo, será necesario contener la expansión de nuestras grandes aglomeraciones capitalinas y litorales, potenciar los núcleos intermedios, y preservar y recuperar los valores naturales, paisajísticos y agrarios.

Y así, también contribuiremos a alcanzar los objetivos económicos, a mantener el turismo como locomotora de nuestro desarrollo, sumando a los atractivos actuales el incentivo de nuevas políticas, servicios y actuaciones ambientales, que compensen la conciencia y el bolsillo de nuestros visitantes, perjudicados ambos por un viaje contaminante y cada vez más caro.

Pero, sobre todo, el objetivo será aprovechar la ingente capacidad intelectual acumulada en los últimos años, usar eficientemente a la generación mejor preparada y más desaprovechada de nuestra historia, para desarrollar nuestra economía, convertir las islas en laboratorio de referencia para la investigación del clima, la biodiversidad, el ciclo del agua y las energías renovables y, aún más, la adaptación biológica, alimentaria, sanitaria, edificatoria y territorial al cambio climático; para asumir el papel que ofrece y demanda nuestra geografía y acometer con intensidad el codesarrollo y la colaboración con nuestros vecinos del continente africano.

Evidentemente, cambiar los hábitos de una sociedad no es una cuestión de años, ni de una sola generación, como no lo es transformar un sistema económico o territorial, ni mitigar el cambio climático; pero, precisamente por eso, es necesario que, al menos, no se repitan los errores ni se fortalezcan las tendencias ambientales, sociales y económicas negativas, para poder mantener la esperanza de que, finalmente, es posible modificar los modos de habitar, moverse, consumir, vivir.

III. Por dónde.

El mayor reto es, justamente, cómo modificar la situación, por dónde llegar hasta ese mundo posible. En los días anteriores se ha abordado la necesidad y urgencia del cambio. Ya sabemos que tenemos que ponernos todos en marcha y, más o menos, hacia dónde debemos dirigirnos, pero la pregunta clave es ¿por dónde?

Aquí, en Canarias, se han estado explorando caminos y desarrollando experiencias. Destaca la labor de los grupos ecologistas y las iniciativas de varios ayuntamientos y algún cabildo, generalmente a través de la formulación y desarrollo de Agendas 21 Locales, pero pocas veces las iniciativas alcanzan el nivel de convicción, continuidad, intensidad y expansión necesario para implicar a una parte relevante de la ciudadanía, y las crisis no están esperando a que nos caigamos del caballo: sigue cambiando el clima, el petróleo sube de precio y se agota, se encarecen los alimentos básicos, se incrementa la desigualdad en la distribución de los recursos del planeta y aumenta el número de personas que no tienen acceso al agua potable y los sistemas de saneamiento, que sufren enfermedades y hambre, guerras y miseria. Y nosotros, entre tanto, avanzamos lentamente.

a. la tendencia.

Y no solo avanzamos lentamente; también retrocedemos. Y retrocedemos especialmente en el ámbito de nuestro recurso natural básico, el territorio, que continúa siendo el mejor indicador del compromiso de cambio en Canarias. Un recurso que es considerado, por buena parte de la población y las administraciones, como un mosaico de valiosas parcelas, un objeto de especulación, un soporte de actividades económicas y un yacimiento de votos. Es una visión que tiene orígenes y justificaciones históricos, sociales y políticos; pero lo relevante es que está ahí y actúa sobre el territorio, nos guste o no. Y dentro de esta visión, la ordenación constituye un momento y una actividad cruciales: es el semillero de la futura zafra. Están convencidos de que la clasificación de suelo industrial traerá nuevas naves y puestos de trabajo al lugar más remoto, que la previsión de suelo residencial atraerá nueva población a los municipios interiores vacíos, que la promesa de una zona turística terminará alicatando cualquier barranco costero.

Y así, cada se sigue ocupando territorio y de forma dispersa, aumenta el abandono de la ciudad consolidada, la colonización del suelo rústico y la ineficiencia del sistema territorial: según los datos de la empresa oficial de cartografía, Grafcan, en los 15 años transcurridos entre la publicación del informe de Naciones Unidas sobre Nuestro Futuro Común y la celebración de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible Río +10, en Johannesburgo, es decir, entre 1987 y 2002, en Fuerteventura casi se triplicó el suelo ocupado por la edificación, la urbanización y las infraestructuras. Fíjense: desde principios de 1400 hasta 1987, se fueron construyendo casas, caminos y, más tarde, carreteras y urbanizaciones. Y a continuación, en solo 15 años, en la cuadragésima parte del tiempo de historia transcurrido hasta entonces, se artificializó 2 veces más suelo que en los 600 años anteriores. La población solo se duplicó en el mismo período, que también es un índice de crecimiento social traumático. Y aquí, en Tenerife, al igual que en La Gomera, se ocupó en esos mismos 15 años la mitad del suelo que se había artificializado en los 500 años anteriores, cuando la población no aumentó más que un 27% y un 10%, respectivamente.

El proceso se ha incrementado en los últimos tiempos, con la excusa de la crisis económica y la evidente obligación de combatir el desempleo. Sirve de pretexto para reforzar la supuesta e impuesta necesidad de infraestructuras multimillonarias, que no afectan al empleo ni tienen asegurada su financiación ni, menos aún, su mantenimiento: nuevas autopistas trazadas sobre terrenos de alto valor agrario o natural; nuevos puertos que entierran ecosistemas esenciales para la vida marina; nuevos trenes que cuentan con alternativas más económicas, eficientes y mejor adaptadas a nuestro sistema urbano; nuevas pistas de aeropuertos que, huérfanos de una adecuada gestión, ven cómo, semana tras semana, se suceden los días de agobio con los vacíos de actividad. El paradigma puede encontrarse en la tercera pista del aeropuerto de Gran Canaria, cuya más que dudosa necesidad obliga a desviar una autopista de 6 carriles y a desplazar a 5.000 personas hacia lo que es, todavía hoy, un hermoso lomo poblado de tabaibas.

Todo vale contra el territorio. Vale la aprobación de leyes a la medida para implantar colegios privados en suelo rústico, campos de golf en espacios protegidos, asentamientos residenciales donde sea menester y, sobre todo, parques tecnológicos y polígonos industriales en cualquier lugar, menos en los 8 millones y medio de m2 de suelo industrial que, según el inventario realizado por la empresa pública Gesplan a finales de 2007, se encuentran perfectamente ordenados y vacantes en el archipiélago.

Pero hacer leyes por encargo o incumplir las que están en vigor no es suficiente, también la crisis se aprovecha de un poder público cada vez más pusilánime para reclamar un retroceso aún mayor en las políticas públicas de protección ambiental y territorial. Conocedores y, en buena medida, generadores de la debilidad del contrario, grupos económicos han intensificado la ofensiva neoliberal en las últimas semanas, ante la proximidad de las elecciones. El armónico coro ha aumentado el ritmo y el volumen de su canto, alternando los tenores, de voz más directa y clara, a veces hasta estridente, con los barítonos, con su registro más oscuro, pausado y profundo, pero entonando todos la misma exacta partitura: facilitar aún más el consumo de nuestro recurso natural esencial, el territorio.

b. romper la tendencia.

Pero si no podemos permitirnos el lujo de esperar, sin hacer nada, mientras el cambio avanza, menos podemos admitir que la deriva regresiva se consolide. Hay que romper la tendencia y no abandonarse al fatalismo de que no hay nada que hacer o al providencialismo de que algo pasará, finalmente, que evite que la humanidad se destruya a sí misma o, sin llegar tan lejos, que los canarios provoquemos o permitamos la destrucción de nuestro patrimonio. Debemos de ser conscientes de que somos la última defensa posible de quienes no pueden defenderse por sí mismos: las generaciones futuras, únicas legítimas propietarias de ese patrimonio, que nosotros deberíamos haber incrementado para ellas, en lugar de estar cavilando cómo evitar que se nos esfume entre los dedos.

Es difícil, es muy difícil. Si tuviéramos un gran sector económico responsable de la mayor parte de las emisiones y de la insostenibilidad de nuestro pequeño mundo, lo podríamos tener igual de difícil, pero, al menos, lo tendríamos claro; pero no hay nada de éso, sino una enorme responsabilidad social, totalmente indelegable. Convencer, implicar, movilizar, transformar, son palabras hermosas que nos rejuvenecen un montón, pero no hay que olvidar una característica esencial que falta, para completar la pintura del camino hacia ese otro mundo posible, y es la escasa afición al ejercicio de esta sociedad nuestra. Ha sido un proceso lento pero inexorable de desmovilización el que nos ha llevado desde los agitados años 70 del pasado siglo hasta esta década, en la que el grupo humano del que formamos parte está en un 75% en desacuerdo con la reforma laboral y en un 90% en desacuerdo con el retraso de la edad de jubilación, según el último sociobarómetro del Consejo Económico y Social de Canarias, pero no se moviliza contra una ni otro, como no lo hace contra una tasa de paro que ya roza el 30% y que casi alcanza el 50% entre los menores de 25 años. Y si no se mueve por el desempleo, que constituye la máxima preocupación de casi el 70% de la población canaria, ¿cómo lo va a hacer por un tema ambiental, que era considerado por los encuestados como el último de los 13 problemas planteados y solo preocupaba al 0’3% de ellos?

Yo no creo que esta circunstancia tan nuestra, al menos en su dimensión, obedezca fundamentalmente al interés de partidos políticos mayoritarios ni a la herencia de un pueblo colonizado y aculturizado durante siglos, aunque una y otra influyan; me inclino más por la tesis de los historiadores sociales, que afirman que la mejora de las condiciones de las viviendas y, sobre todo, el acceso al ocio, la comunicación y la información desde el interior de nuestras casas, ha ido despoblando el espacio público y colectivo que propiciaba el encuentro y el movimiento social, vaciando las calles y plazas, los casinos y los locales de las asociaciones políticas, obreras, vecinales o ambientales. Y señalan que en esa misma ola se ha deslizado una transformación radical de objetivos, actitudes y costumbres sociales, impulsada por un arrollador consumismo. El pan y circo que despachaban los romanos, las religiones que tomaron el relevo como narcóticos sociales, el deporte que utilizó la dictadura para entorpecer las tímidas movilizaciones del primero de mayo, todo se ha quedado chiquito ante el efecto paralizante de las consumopatías, los centros comerciales y el ocio individual e individualista.

¿Qué hacer? Aquí quisiera ver yo al viejo Lenin planteando otra vez la pregunta. Pero aquí, por suerte, solo estamos nosotros para formularla, y Stéphane Hessel y José Luis Sampedro para respondernos con una fórmula atractiva e inicial: indígnense, nos dicen, desde su enorme y nonagenaria dignidad.  Efectivamente, tendremos que indignarnos e indignar para romper el efecto de la droga. Y otros nos van completando la respuesta, enseñándonos cómo pueblos más paralizados y narcotizados que nosotros, por el miedo más que por el consumo, han sabido usar eficazmente los medios de comunicación destinados a aislarnos para comunicarse, convocarse y extender su indignación personal, transformarla en colectiva y convertirla en una insurrección tan pacífica como implacable. Y han triunfado, al menos por ahora y en algunos sitios. Pero, en todo caso, han abierto caminos nuevos.

Nosotros tenemos razones sobradas para indignarnos: no es sólo el desmontaje del estado del bienestar, el pago colectivo de una fiesta privada a la que nunca estuvimos invitados, la interminable claudicación política ante los mercados y los grupos económicos; se trata de una clase dirigente incapaz de formular ideas esperanzadoras, de afrontar los retos globales a los que nos enfrentamos, de liderar un cambio imprescindible y urgente, de defendernos; se trata, sin dramatismo alguno y si no lo remediamos, del fin de nuestro mundo, tal como lo conocemos, y del comienzo del oscuro mundo de nuestros nietos y los nietos de nuestros nietos.

Para remediarlo, tendremos que sumarnos a quienes ya caminan y emprender, con ellos, una decidida acción cívica, tanto a nivel personal como social. En el nivel personal, junto a la indignación, necesitamos el ejemplo y la acción individual para transformarnos, en primer lugar, a nosotros mismos. Y no es infantil ni gratuito reclamar el ahorro y la eficiencia en el uso de la electricidad, el agua, los residuos, el coche, el transporte público, las piernas. Y ha de formar parte de nuestra personal insurrección la colaboración con quienes no tienen la suerte de afrontar el cambio global en un país desarrollado, y el cambio en nuestra forma de comprar, alimentarnos, leer el periódico, interpretar el mundo, compartir nuestra indignación con las personas de nuestro entorno o emplear eficazmente nuestro voto, nuestro raquítico pero real derecho democrático, en favor de quienes hayan demostrado efectivamente, y no solo con palabras, su compromiso con los objetivos del cambio, el clima y la defensa del territorio.

Pero es en el nivel social, evidentemente, donde tendremos que desplegar todo nuestro potencial de indignación. La capacidad de movilización, acción y convicción de minorías centradas en objetivos concretos, como las organizaciones no gubernamentales, se ha demostrado mucho más efectiva que la de organizaciones generalistas, como los partidos políticos. Las organizaciones ciudadanas, cuando no se cierran en sí mismas, hacen gala de una flexibilidad organizativa, frescura y creatividad de la que suelen carecer los grupos más jerarquizados. No importa cuál sea el objeto aglutinador del colectivo en el que decidamos participar: ambiental, vecinal, sindical, asistencial, cultural, educativo, lúdico o incluso político; la cuestión es su capacidad de debate, participación y actuación, en la medida en la que cada cual y todos juntos estén dispuestos a implicarse en determinados aspectos o en la generalidad del proceso de transformación.

¿Y cuál es el ámbito más adecuado para actuar? La respuesta ortodoxa, en tiempos ortodoxos, nos llevaría al municipio, y no sé si a la familia y al sindicato. Pero no estamos ya en tiempos ortodoxos: cualquier ámbito podría ser eficaz, cualquier medio puede ser útil; la cuestión es contactar y confluir con otros, conformar minorías activas. Y, aún así, tampoco va a ser fácil y puede que perdamos o que nos perdamos, y que tengamos que volver a experimentar y a converger. Por eso, tendremos que usar todas las herramientas y aprender de todas las experiencias cercanas y lejanas, porque la indignación y la insurrección pacífica son solo un medio, un arma, pero la transformación social, ambiental y económica hay que construirla antes, mientras y después de indignarnos y alzarnos. Y hay que construirla con mimo, para no defraudar ni desesperanzar a los que se indignen junto a nosotros, para ilusionar y mover a la mayoría cívica.

Y en la construcción tendremos que intentar sumar a las administraciones más cercanas a los ciudadanos, y aprovechar su capacidad de comunicación, organización y acción, imprescindibles en un proceso de transformación social tan amplio y difuso. Y como no se trata de ejecutar planes quinquenales, sino de mover a una sociedad, hay que fijar utopías alcanzables, definir metas sucesivas y graduales, programarlas en plazos verificables y explicarlas en documentos participativos, simples, claros e inteligibles. Y estas condiciones nos devuelven a la confluencia del avance hacia un modo más sostenible de desarrollo y de la lucha contra el cambio climático: no sólo hay una identidad de objetivos, sino una identidad de procesos, y podemos aprovechar las herramientas de planificación del desarrollo sostenible, las agendas 21 locales, su forma democrática de elaboración, mediante sucesivos y progresivos escalones de debate ciudadano y elaboración técnica, y su puesta en práctica por medio de asambleas, mesas y grupos de trabajo en los que participan tanto personas a título individual como grupos organizados de diferente tipo, desde AMPAs a clubs deportivos.

En este sentido, la experiencia del municipio de Woking es particularmente didáctica: tiene una Agenda 21 desde 1993, con su plan de acción, sus mesas de trabajo y sus asambleas generales cada tres meses, y dispone también de una Estrategia 2008-2013 de cambio climático, que cabe en un atractivo librito de 47 páginas en el que se detallan 65 acciones programadas para su ejecución en 1, 3, 5 y 10 años, y agrupadas en 10 temas clave, el último de los cuales, referido a la comunidad y los residentes, conecta directamente la Estrategia y la Agenda 21.

IV. ¿Es posible otro mundo, aquí?

Y aún no he respondido a la pregunta de si es posible otro mundo, aquí. Tengo que volver al principio: nuestra obligación es contestar que sí, y actuar en consecuencia. Lo que pretendía resaltar es que aquí vamos a necesitar un esfuerzo mayor, una mayor capacidad de indignación y acción, porque nuestra transformación exige una respuesta social más amplia y porque tenemos un enorme legado que defender. Cada pueblo tiene que construir su propio camino, partiendo de sus propias realidades hacia sus propias necesidades, aprendiendo de todos, para poder confluir con todos en un mundo nuevo.

Pero no podemos perder de vista el reloj: las crisis continúan avanzando hacia nosotros, sobre nuestros vecinos, el tiempo juega en contra nuestro y, sobre todo, en contra de nuestros descendientes, los dueños de la Tierra. Por eso, ya va siendo hora de indignarnos, de encontrarnos, de actuar, porque si no conseguimos transformar nuestro mundo, fracasaremos nosotros y los arrastraremos a ellos en nuestro fracaso. Y esta vez no hay alternativa porque, como concluye Eric Hobsbawm su Historia del Siglo XX, “el precio del fracaso, la alternativa a una sociedad transformada, es la oscuridad.”

FOOD, Inc.

¡No se lo pierdan! Muy recomendable verlo, y difundirlo…

Hungry For Change: http://www.foodincmovie.com/index.php

El largometraje documental «Food Inc.» muestra el funcionamiento de la industria alimentaria de EE.UU y los procesos que se ocultan al consumidor con el consentimiento de las agencias reguladoras y de control gubernamentales. Revela que el suministro de alimentos de EE.UU está controlado por un puñado de corporaciones que a menudo anteponen los beneficios a la salud del consumidor, al sustento de agricultores y granjeros y a la protección del medio ambiente…

Arquitectura y Paisaje. La arquitectura tradicional en el medio rural de Canarias

 

Este monográfico, editado por Rincones del Atlántico, está dedicado a la arquitectura tradicional de nuestras islas, especialmente a la doméstica, pero sin olvidar las otras arquitecturas rurales. Un trabajo multidisciplinar titulado «Arquitectura y Paisaje», que incluye a todas las islas del archipiélago y en el cual el entorno y la vegetación tendrán un protagonismo fundamental.

Se editará en dos tomos debido a la gran cantidad de páginas y de fotografías de que va a constar la obra, que, creemos, se va a convertir en un referente imprescindible además de ser un merecido homenaje a la arquitectura popular de nuestras islas, bellísimo patrimonio, obra maestra de nuestros antecesores y parte importantísima de nuestro paisaje rural. El tomo I vio la luz a finales del año 2008 y el tomo II se editará a principios del año 2012.

El tomo I

En el primer volumen, ya publicado y que pueden ver en formato digital en la web de Rincones, se agruparon una serie de trabajos que desde diferentes enfoques tienen como protagonista principal a la vivienda tradicional y su entorno más próximo, vistos desde la óptica de diferentes especialidades (arquitectura, historia, geografía, etnografía, rehabilitación, botánica, arte, literatura…), y que están escritos por algunos de los mejores profesionales de Canarias en cada una de esas materias. Todo ello se ofrece al lector con un cuidado especial en la imagen: numerosas y cuidadas fotografías, tanto antiguas como actuales, así como bellas reproducciones de pinturas y grabados, impresas en papel de alta calidad y con una esmerada presentación.

La obra comienza con un amplio análisis de la evolución histórica de la arquitectura rural en las islas y sus principales características y tipologías, titulado «El hábitat y la vivienda rural en Canarias: las transformaciones históricas de un espacio social», cuyo autor es el historiador Pedro Quintana Andrés. A continuación, el profesor del departamento de Geografía de la Universidad de La Laguna, Fernando Sabaté Bel, en su interesante artículo «El territorio rural como encuentro entre la naturaleza y la cultura humana: reflexiones sobre su construcción histórica y su crisis contemporánea», nos acerca al mundo campesino y a su estrecha relación con el territorio y el paisaje rural.

El arquitecto técnico Abel Herrera García, con amplia experiencia en el mundo de la rehabilitación, nos introduce en esta materia en su exhaustivo artículo «Rehabilitar lo rural: reflexiones», aportándonos entre otras cosas algunos criterios básicos de intervención así como una serie de imprescindibles nociones técnicas.

«Paseando entre jardines» es el sugestivo título con el que el botánico Arnoldo Santos Guerra nos lleva a conocer la flora ornamental local y la introducida y su relación con el hábitat, y con el que además nos lleva a visitar los principales jardines históricos de las islas.

«La casa pintada: la arquitectura popular canaria y su representación gráfica», por el profesor de la Universidad de Las Palmas A. Sebastián Hernández Gutiérrez, es un hermoso recorrido por la historia de la pintura y la ilustración en Canarias, siguiendo como hilo conductor la representación plástica de la casa tradicional.

Estos artículos tienen una extensión algo más amplia que los habituales de Rincones del Atlántico, ya que cada especialista trata de exponer pormenorizadamente los detalles de su disciplina para conformar en conjunto una obra global y lo más completa posible. Pero además, este primer volumen incluye una miscelánea de textos de menor extensión, algunos escritos especialmente para este número y otros tomados de obras y autores del pasado, que aportan visiones distintas y ayudan a mirar la casa rural desde otros ángulos.

El tomo II

El segundo tomo dedicará un capítulo a la arquitectura de cada una de las ocho islas (también La Graciosa). La obra comenzará con un amplio artículo introductorio sobre cuestiones generales de la arquitectura vernácula del archipiélago, para luego introducirnos en las singularidades de cada isla, que sirva como nexo de unión antes de abordar los capítulos dedicados a profundizar en las principales características de cada una de ellas. Otros dos artículos versarán sobre las haciendas, uno dedicado a las de las islas occidentales y otro a las orientales. Además, incluirá al final de la obra una amplísima bibliografía (con imágenes de las principales cubiertas y algunas de las más interesantes páginas interiores) de publicaciones sobre arquitectura tradicional canaria, que está siendo elaborada por un equipo de personas en el que participan, además de historiadores y arquitectos, expertos documentalistas (archiveros, bibliotecarios y bibliógrafos).

La imagen: la pintura, el grabado, la ilustración y especialmente, la fotografía (antigua y actual), cuidadosamente seleccionada (mucha inédita) va a ser la principal protagonista. Nos encontraremos con una parte de la mejor obra de la gran mayoría de los fotógrafos que han trabajado en el archipiélago y que han querido con su trabajo dejar constancia de un patrimonio esencial en la cultura de esta tierra. Que no se quede en el olvido esta arquitectura, fruto de la tradición, de la experiencia y el trabajo de las anteriores generaciones es nuestro mayor propósito.

Rincones del Atlántico rinde con estos monográficos un homenaje a esta arquitectura situada en nuestros campos y a quienes la construyeron, utilizaron y habitaron, que pretende servir al mismo tiempo para darla a conocer, valorar y proteger. Es una arquitectura sencilla y armónica, sobria y funcional, pero extraordinariamente bella, que, estando tan cerca de nosotros, es al mismo tiempo una gran desconocida.

Herencia cultural de nuestros antecesores, nace y convive con la propia naturaleza. Sus materiales proceden de ella, muchas veces del mismo lugar en el que se construye la edificación: piedra, tierra, cal, madera, cereales y otras plantas (palmera, pitera, tarajal) que eran utilizadas esencialmente para la techumbre… de ahí la sencillez y el equilibrio con el espacio que la rodeaba. Realizada con un enorme sentido práctico aprendido generación tras generación, principalmente por la necesidad de cobijo (la casa), o para realizar otras actividades relacionadas con el sustento (molinos, eras, hornos, cuadras, aljibes, salinas, caminos…), tiene también un gran sentido -muchas veces intuitivo- de la belleza. Son lugares útiles, pero también estéticamente agradables y respetuosos y en armonía con el paisaje.

Es probablemente junto al paisaje natural y al suelo agrícola -cada día más urbanizado y asfaltado y del que forma parte-, y además de los cascos históricos, el mayor patrimonio de estas islas, un tesoro de valor incalculable que pertenece a todos, y que, por desgracia, está desapareciendo de nuestros campos debido a su abandono, a la desidia, a la falta de coherencia, criterio y sensibilidad en las rehabilitaciones, muchas de las veces debido a la ignorancia y a la falta de asesoramiento por personas preparadas, así como de información y documentación sobre el tema.

Es ésta la principal razón que ha animado a los autores a realizar este trabajo, el poder contribuir a impulsar una nueva visión y sensibilidad hacia este maltratado y cada día más escaso patrimonio.

 

Foto: Francisco Rojas Fariña

SATISFACCIONES

al amigo Lon

SATISFACCIONES

La primera mirada por la ventana al despertarse

el viejo libro vuelto a encontrar

rostros entusiasmados

nieve, el cambio de estaciones

el periódico

el perro

la dialéctica

ducharse, nadar

música antigua

zapatos cómodos

comprender

música nueva

escribir, plantar

viajar

cantar

ser amable.

Bertolt Brecht, 1956

 

RINCONES DEL ATLÁNTICO: TERRITORIO Y COMPROMISO

Texto que leyó Faustino García Márquez en la presentación de Rincones del Atlántico el día 14 de Julio de 2010 en la Casa de Colón en Las Palmas de Gran Canaria.

Faustino García Márquez

RINCONES DEL ATLÁNTICO: TERRITORIO Y COMPROMISO

Hace 50 ó 60 años, en una época que mis irrespetuosos nietos ubican más o menos en el Jurásico Superior, la ropa tenía la condenada manía de encoger al lavarla. Y había que lavarla muchas veces, no solo porque entonces el mundo estaba lleno de tierra y barro y matos y bichos y otras cosas maravillosamente sucias, sino porque esa ropa tenían que heredarla, entre amulamientos y rezongos, nuestros hermanos menores. Para contrarrestar la merma, nos la compraban bien grande, y los primeros meses íbamos flotando dentro de nuestras camisas de popelín y teníamos que apretarnos el cinturón hasta la asfixia para evitar imprevistos deslizamientos pantaloneros. Lo que no sabíamos entonces es que el mundo, nuestro mundo, también encogía, y que ese mundo también tenían que heredarlo nuestros nietos y los nietos de nuestros nietos.

La isla.
No sabíamos que el inmenso territorio de nuestra infancia y juventud, que creíamos que era del mejor género existente, iba a mermar de forma tan descarada. Los largos viajes en un deslumbrante Willis Knight de 1935 desde Bravo Murillo a la Vuelta de los Tarajales para jugar entre las plataneras y ver las vacas nos daban una idea de su extensión, pero no eran nada comparados con la agónica excursión en coche de hora a la Fuente Agria y la interminable expedición de descubrimiento y conquista del Oasis y la Charca de Maspalomas, con permiso del señor conde.
Sin embargo, a lo largo de los últimos decenios, se fueron asfaltando las pistas que quedaban, y aparecieron autovías, autopistas, túneles y puentes. Cada vez podíamos vivir más lejos, ir más deprisa, llegar más pronto, al menos hasta que fuéramos tantos los que nos habíamos ido a vivir más lejos, que ya la carretera, la autovía y la autopista no dieran abasto y los atascos empezaran a robar tiempo y votos, y entonces aparecían los nuevos carriles, túneles, puentes, trenes que nos permitían vivir aún más lejos, ir más deprisa, llegar más pronto, hasta que fuéramos tantos que … y así una y otra vez, atrapados en este devastador círculo vicioso.
Y en esa carrera contra el tiempo y el espacio, se nos encogió brutalmente la isla. La Vuelta de los Tarajales, la Fuente Agria y hasta Maspalomas, desaparecieron del imaginario épico y descendieron, con la Unión Deportiva, al insustancial lugar cotidiano. El paisaje se comprimió a toda velocidad, al pasar desde los 30 a los 120 kilómetros por hora, y se limitó a un fugaz vistazo a la franja inmediata, a uno y otro lado de la autopista, y a la borrosa presencia de la cumbre como telón de fondo. Tanto mermó, que algunos creyeron que, en este viaje, la isla no solo había encogido, sino desaparecido; se había quedado en unas cintas negras de asfalto y hormigón, unos bloques edificados y un suelo arrasado.

La revista.
Pero entonces un amigo me dijo que había salido una extraña revista, una brillante y hermosa publicación. De natural incrédulo, me puse a buscarla y la vine a encontrar, por arte del diablo, justamente en el kiosco de la estación de guaguas. Cuando llegué a casa, con mi salomónica columna vertebral bastante perjudicada por el peso de la cosa, me puse a ojearla y comprendí el por qué de su singular nombre, Rincones del Atlántico. Porque la revista se dedicaba justamente a mostrar que la isla se había encogido, comprimido, pero seguía allí; solo que ahora sus esencias, sus presencias, sus paisajes, se ocultaban en sus más eróticos pliegues, en sus más recónditos rincones, y de allí los iba sacando cada artículo, cada foto, para permitir saborearlos página a página, una y otra vez.
Pero la revista no se limitaba a mostrar impúdicamente la belleza olvidada, plegada o escondida, sino que se implicaba, se comprometía con esa hermosura; tomaba partido por el paisaje y el patrimonio, tal como declaraba su propio subtítulo de “publicación para la difusión del conocimiento, la valorización y la protección del paisaje y del patrimonio”. Así ha seguido, ofreciendo la visión más consciente, completa y atractiva del territorio, con una edición cuidadosa y mimada, fotos deslumbrantes y una agradable tipografía. En éste número 6, los temas patrimoniales, paisajísticos y territoriales ocupan una parte sustantiva de la cincuentena de artículos que contiene; el anterior número 5 y el próximo número 7, con formato de auténtico y magnífico libro en dos tomos, se dedican íntegramente a la arquitectura tradicional en el medio rural canario, bajo el título común de arquitectura y paisaje.
A pesar de las diferencias de temas, autores, enfoques y sensibilidades, late en los artículos de todos los números un pulso común. El pulso del compromiso, el latido del amor a la tierra, la palpitación ante una realidad insatisfactoria. Si tras leerlos, no sienten ustedes un estremecimiento en el alma, unas ganas incontenibles de cambiar la vida, de salir y sentir el paisaje, de comprender y recorrer el territorio, si no sienten nada de ésto, les expreso mi más sentido pésame y lamento comunicarles que están ustedes completamente muertos.

El territorio.
Y no estamos aquí para velorios. Sin catastrofismos ni alarmismos, estamos en un momento especialmente crítico de nuestra historia, un momento que se denota, más que en ninguna otra dimensión de nuestra realidad, en el territorio. Un solo dato puede darnos idea: en Lanzarote, Tenerife y La Gomera, en quince años, desde 1987 a 2002, hemos invadido con edificaciones e infraestructuras más de la mitad del suelo que habíamos ocupado desde la llegada de los europeos. En Fuerteventura, hemos construido, en ese corto plazo, casi el doble del suelo utilizado en los 600 años anteriores. Somos la generación con mayor capacidad de destrucción territorial de la historia de Canarias, y lo estamos demostrando día a día, obra a obra, ley a ley.
No somos conscientes de nuestros límites y de los límites de nuestro territorio. No nos conformamos con esparcir nuestras viviendas, nuestras urbanizaciones, nuestros centros comerciales, nuestras infraestructuras. No nos saciamos con dejar nuestra huella indeleble en el paisaje natural, rural y urbano, con destruir el patrimonio arquitectónico y etnográfico de siglos, sino que abandonamos la agricultura, reducimos año a año la superficie cultivada, primamos las importaciones y exportaciones sobre la producción propia, y así, aumentamos cada día la dimensión posible de un evento catastrófico que el cambio climático hace más probable.
El principal problema de nuestro territorio somos nosotros, los que no lo amamos, los que no nos implicamos en su defensa, los que elegimos a unos políticos corruptos, incapaces o insensibles que nos dan coartadas protectoras y leyes destructoras, que se empeñan en avanzar en contraflecha, siempre hacia el hormigón y la depredación, contra las especies y espacios protegidos, a costa del dominio público del litoral, a favor de los infractores y en contra de la legalidad. Y si hay un negocio inmobiliario difícil de vender, llaman a una o varias estrellas del show bussiness arquitectónico mundial, para que les hagan la ola y un banal lifting urbano. Y si alguien les dice que van desnudos, con las ilegalidades al aire, protestan airadamente por el daño que hacen a las islas tales denuncias, que no los vergonzosos colgajos, y piden a gritos una mordaza.

El futuro.
Pero no nos queda tiempo para machangadas. El destrozo del territorio avanza y el cambio climático también. No podemos permitirnos el lujo de creer que no hay remedio, que detrás de este Berriel vendrán otros Berrieles, hasta el infinito y más allá. No hay sitio para la resignación, para la añoranza ni para la magua; tenemos que hacer un montón de cosas, desde la implacable fuerza que da la serenidad, la convicción, la voluntad y el conocimiento.
Y aquí vuelve el ejemplo y el compromiso de Rincones del Atlántico. Sin ruido, pacífica, tranquila, amable y tenazmente, Rincones lleva siete años formando, instruyendo, creando opinión, construyendo un hermoso espacio de reflexión y comunicación. A sus lectores nos toca ilusionar, consolidar, mover, extender, elevar, empujar, desplazar, implicar e implicarnos. Este es nuestro mundo, nuestro territorio, y no podemos mantenernos al margen.
Tenemos en este mismo número el ejemplo de la implicación de Rojas Fariñas y Enrique Sventenius; nos falta en esta sala la enorme, afable e incansable presencia de Jaime O’Shanahan, como nos falta en Lanzarote la presencia de José Saramago, el hombre que podía haber pasado por las islas como un extranjero más, aislado en una campana de cristal, ajeno a todo ruido externo, creando, y prefirió implicarse, levantar la voz contra la desigualdad, la ilegalidad, la corrupción y el destrozo del paisaje y del territorio canario.
Tenemos la inestimable ayuda de Rincones del Atlántico, contamos con el empeño, la voluntad, la destreza y el amor hacia su propia tierra de Daniel Fernández, que hace posible el milagro de que cada año se nos aparezca Rincones en lo alto de una humilde estantería, aunque sin pastorcitos cantando, que le darían un aire más rural y devoto. Cómprenla, hojéenla, manoséenla sin el menor pudor, morosa y amorosamente y cuando la terminen, sean consecuentes: pónganse en pié, implíquense, exijan. Y así sabremos que ustedes no están muertos, y nuestra isla tampoco.

Defender la alegría como una trinchera

Texto que publicó Juan Cruz en su blog: Mira que te lo tengo dicho después de la presentación del último número de Rincones del Atlántico en Madrid.

¡Gracias Juan!

Juan Cruz Ruiz
27 junio, 2010 – 11:04
http://blogs.elpais.com/juan_cruz/2010/06/defender-la-alegr%C3%ADa-como-una-trinchera.html
Defender la alegría como una trinchera
La revista Rincones del Atlántico es, en la tradición de las revistas culturales canarias, que hay muchas, algunas muy rompedoras y muy buenas, una contribución rara, porque incluye cultura, fotografía, amor al paisaje, literatura; y no suele ser común que una revista que exprese sin ambages su amor al paisaje incluya todas las otras cosas, y ésta lo hace; y sobre todo no es común que las revistas que ponen el paisaje por encima del hombre (y este no es el caso: en esta el hombre es el que contribuye a hacer el paisaje) abran su número con un poema de Mario Benedetti. Y esta lo hace, porque esta no es una revista únicamente sobre el paisaje, sino sobre el hombre en su paisaje. Y ahí están, estampados, los versos del maestro uruguayo: «Defender la alegría como una trinchera/ defenderla del caos y de las pesadillas/ de la ajada miseria y de los miserables/ de las ausencias breves y las definitivas».

La verdad es que en ese poema, que preside la página de presentación del número (doble) último de la revista están resumidas muchas de las consecuencias actuales de los desmanes que en el pasado han impedido una relación natural, justa, del hombre con el paisaje en las islas. Ha habido miseria y miserables que la han hecho posible; y ha habido y hay caos y pesadillas. Y, cómo no, se han producido ausencias cuyo hueco es muy difícil de llenar y cuyo vacío se siente como el ruido de una piedra en un estanque encerrado.

La revista se presentó el viernes en el Espacio Canarias de Madrid, justo después de la presentación del libro de Alberto Omar que ayer reseñé aquí. Conocí a su director, Daniel Fernández Galván, que me dijo que la revista, cuyo formato y contenidos responden a una saludable ambición de calidad, subsiste gracias a una publicidad a la que se le reclaman contenidos, pero que no recibe otras subvenciones. Este es el número 6/7, que corresponde a los años 2009 y 2010, pues la periodicidad es anual. Ustedes pueden hallar información en esta dirección: info@rinconesdelatlantico.com, y pueden encontrar detalles de la revista en www.rinconesdelatlantico.com. Hay en este número que presentaron el viernes algunos asuntos cuyo interés, para este lector al menos, conecta con algunos elementos fundamentales de la historia cultural isleña del siglo XX: el fotógrafo Francisco Rojas, y su extraordinaria colección; la obra de Juan Davó, el autor de ese retrato fantástico de Domingo Pérez Minik que durante decenios presidió la casa del maestro; la obra «panteísta» del poeta Pedro Lezcano; el trabajo botánico (desperdiciado a veces, olvidado tantas veces) de Eric Ragnar Sventenius…

La revista es voluminosa, como un objeto, y vale 18 euros. Su contribución literaria y fotográfica es verdaderamente cuidada; representa, ya digo, una contribución rara a nuestra bibliografía paisajística, llena de chovinismos estomagantes que aquí, por fortuna, no aparecen. Por eso recomiendo que ustedes se acerquen a esta breve enciclopedia de las islas en la que algunas encontrarán datos para la melancolía y otros hallarán la melancolía misma de imaginar qué hubo y pudo quedarse y qué no volverá más a ser paisaje, naturaleza e incluso paisaje humano. Eso sí, lo que queda hay que defenderlo como una trinchera, como se defiende la alegría de volver.