1 Septiembre 2011
Eduardo Trinchant
Si por algo se caracterizan los políticos en general, es por su desconocimiento de lo que hablan, todo se lo «soplan» y cacarean como gallinas a la puerta del gallinero. Tienen muy poca vergüenza al opinar sobre temas en los que son legos y aprovechan esos mensajes para engañar a la opinión pública con informaciones sesgadas.
Me refiero en este caso a la presidenta de la comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que ha manipulado el asunto de las 20 horas lectivas (Sabemos que les estamos pidiendo un esfuerzo especial pero 20 horas son, en general, menos de las que trabajan el resto de los madrileños) para que la sociedad diga: ¡Vaya cara tienen esos profesores, nada más que trabajan 20 horas! Pues no es así en absoluto, miente descaradamente. Además de las 20 horas de clase, hay que añadir 4 o 5 horas de cuidado de aulas, pasillos y patios, peleando contra la mala educación generalizada de muchos alumnos que llegan en ocasiones al insulto y en algunos lugares a la agresión física; para sobrellevar esto, que tiene una gran carga emocional, hay tener mucho equilibrio y no se pueden contabilizar las horas de desasosiego que producen en el profesor muchas situaciones de este tipo. Además hay reuniones de departamentos, una a la semana; claustros; atención a los padres que lo necesiten o lo pidan, muchos de ellos vienen acusando al profesorado de ser el culpable del mal comportamiento de sus hijos, aún recuerdo hace ya algunos años, que los padres cuando venían apoyaban al cien por cien al profesor, alguno incluso decía ¡déle usted una bofetada! cosa que ninguno hacíamos por supuesto, hoy, es mejor no decir nada. Cuando hay algún problema con algún alumno, hay que rellenar por escrito innumerables oficios para que se solucionen los problemas, problemas que acaban en el cubo de los papeles. Además, muchos, organizan actividades extraescolares, que significa un sinnúmero de horas de preparación: llamadas telefónicas, enviar cartas, solicitar presupuestos, permisos, calcular el costo, contratar autocares, tener reuniones informativas con los padres y tener la responsabilidad de que si algo le pasa a algún alumno, se cuentan con casi ningún respaldo oficial, etc. Además, hay que corregir dos o tres exámenes como mínimo por evaluación y trabajos escritos, parte de esto se hace en casa, cada corrección son horas y horas, generalmente en fines de semana, que nadie ve, que nadie sabe que se hacen. Los profesores, fuera de esas 20 horas, sra. Esperanza, preparan clases cada día y buscan materiales de apoyo, etc. Además, hay reuniones de evaluación, como mínimo cuatro por curso, de tardes enteras. Hay que hacer memorias cada año, que ningún inspector lee, por cierto. Hay que preparar la programación anual, y no sigo, porque es interminable la labor de los docentes, son horas y horas que nadie contabiliza, “que no se ven” dña. Esperanza, pero que se hacen.
Y lo peor de todo es que hay que oír a la ¿presidenta? Aguirre hablar de cosas que desconoce ¡Esta sra. fue ministra de educación!… ¡Qué vergüenza! Tal como se ha dado la información parece realmente que somos unos vagos, veinte horitas… ¡Pero cuanta manipulación y cinismo! Esta es la sra. que se pone alfombras rojas en sus actos públicos, la que dilapida el dinero de los madrileños favoreciendo a sus amigos de las empresas privadas. Claro que su santidad la habrá perdonado por todos sus pecados en su despampanante viaje para conquistar las españas. Ah, se me olvidaba, nos han bajado el sueldo, claro, hay que ayudar a las arcas públicas porque estos políticos se han encargado de dejarlas vacías.